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Las euroelecciones colocan a la izquierda ante la necesidad de renovarse

El triunfo del centro-derecha en las primeras elecciones europeas por sufragio universal, coincidente con una crisis económica grave, dramatiza aún más el fracaso de toda la izquierda occidental. Así lo entienden los analistas franceses al día siguiente de un escrutinio que, por otra parte, en el plano interior, parece consolidar las perspectivas del giscardismo, mientras gaullistas, socialistas y comunistas entran en una fase de incertidumbre.

«Europa será socialista o no será Europa», venía repitiendo desde hace años el primer secretario del Partido Socialista galo (PS), François Miterrand. Ahora, tras el fracaso de la izquierda continental en los comicios europeos del domingo último, la afirmación, simple y seductora, se vuelve contra él. Pero no se debe a la derecha, militantes socialistas y observadores sensibles al socialismo.«La Europa de hoy es centrista y con una fuerte tendencia hacia el centro-derecha. Y conviene subrayar que estos partidos centristas dominantes son todos ellos, a niveles diferentes, partidarios de la continuación de la construcción europea», escribía el comentarista del diario Le Matin, de tendencia socialista. En otro aspecto, se anota que el fallo de la izquierda se produce en una coyuntura económica tan grave como la occidental. Hasta la fecha, la izquierda, para llegar al poder, ha venido jugando a fondo la carta de las crisis o desórdenes económicos. Pero he aquí que en un momento crucial del viejo continente, «en ningún país la crisis beneficia a la izquierda e incluso en los que están en el poder la izquierda se desgasta», editorializaba ayer el director del independiente Le Monde, para concluir que, «frente a la crisis y la violencia, las pequeñas clases medias se vuelven más hacia la derecha que hacia la izquierda».

"Cinismo y ofitscación" de la izquierda

Frente a este panorama, que desquicia los análisis y estrategias tradicionales, lo que asusta a los hombres de izquierdas que se estiman más lúcidos es el «cinismo y la ofuscación» de los dirigentes comunistas y socialistas franceses. El caso de los comunistas, «plenamente satisfechos porque los socialistas han perdido cerca del 2% de su electorado», ya se da por perdido en estos medios desconsolados de la izquierda francesa. Por lo que se refiere al PS, un dirigente nacional, Gilles Martinet, sermoneaba ayer al señor Mitterrand: «No se es menos de izquierdas al no aceptar ser menos demagogo. El objetivo del PS debe ser la conquista de medios sociales, que esperan de él un discurso nuevo y no una simple repetición del viejo lenguaje.»

Al margen del discurso militante, todos los comentarios coinciden en que las elecciones europeas han servido para demostrar una vez más que «el neocapitalismo ha bloqueado a la izquierda, que, una de dos: o se confronta consigo misma para encontrar una nueva razón de ser afín con los tiempos presentes, o no le queda más remedio que morir lentamente». En este sentido, ayer, un alto cargo del PS evocaba la actual crisis del PSOE, «ejemplo revelador», nos decía, «de la inoperancia de los esquemas tradicionales de la izquierda. Una de dos: o nos reinventamos de nuevo, sin ningún prejuicio respecto a las doctrinas del pasado, o hay que ser honestos y retirarse».

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