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La policía, ni confirma ni desmiente la adjudicación del atentado de California 47 a dos líderes de los GRAPO

María del Carmen Anguita, presunta miembro de los GRAPO, ha sido identificada por varios testigos como una de las supuestas participantes en el robo a mano armada de varios uniformes militares registrado el lunes en Barcelona, señala un despacho de la agencia Europa Press, facilitado ayer, según información de fuentes competentes.

Por otra parte, y según la agencia Efe, la policía ha conseguido la localización de los autores de este robo, perpetrado en una sastrería de la barcelonesa calle del Rosal. Un Seat 132 de color azul metalizado, matrícula B-3065-BN, ha sido localizado en las cercanías de Nules (Castellón). En él, según fuentes competentes, viajan varias personas con los uniformes robados puestos.También ayer, el diario El Imparcial publicó, según «fuentes policiales consultadas», que «la colocación de la bomba (en la cafetería California 47, de Madrid) se debió, presuntamente, a una de estas dos mujeres: María del Carmen López Anguita o Isabel Aparicio Sánchez, ambas pertenecientes a los GRAPO». El citado diario inserta también la fotografía de ambas mujeres.

En base a estas tres noticias, al menos María del Carmen López Anguita, presunta autora de la colocación de la bomba en la cafetería madrileña, dos semanas después participa en Barcelona en un atraco para robar uniformes militares y después se deja ver con uno de los uniformes robados puesto en la provincia de Castellón.

"Aún no se sabe quién puso la bomba"

El gabinete de prensa de la Jefatura Superior de Policía de Madrid ha informado a EL PAIS que, «respecto a la afirmación de El Imparcial, sólo podemos asegurar que todavía no se sabe quién o quiénes fueron los autores materiales de la colocación de la bomba; por tanto, ni se puede negar tal noticia ni se puede ratificar».Por su parte, la versión oficial del gabinete de prensa de la Dirección de la Seguridad del Estado es la siguiente con respecto a la inculpación de las citadas mujeres: «Ni desmentimos ni afirmamos. La investigación por este atentado no ha concluido. Tal noticia no ha partido de los canales autorizados. Puede estar basada en alguna filtración por parte de algún funcionario, que este gabinete no tiene orden de confirmar o desmentir. Informaciones periodísticas de este tipo sólo sirven para entorpecer las investigaciones policiales.»

Otro canal informativo, de carácter oficioso, ha señalado a este periódico que «si bien es prematuro adjudicar autorías personales del atentado, crece el fundamento para orientar la investigación en dirección a los GRAPO».

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Cincuenta millones, la reparación de California 47

En unos cuarenta o cincuenta millones de pesetas se calcula el costo de la reparación de la cafetería California 47, según fuentes empresariales. Se espera que la mayor parte de este importe lo sufrague el consorcio de seguros, y la directiva de la empresa gestiona la posibilidad de que el resto corra a cargo de la Administración. «Este es un daño por terrorismo. Los impuestos que paga el industrial deben servir de defensa para situaciones de este tipo. Y aún tendremos que correr con las pérdidas salariales, el tiempo de cierre y la posible recesión de clientes durante algún tiempo. »A los 212 empleados, por iniciativa del gobernador civil y del delegado provincial de Trabajo, se les facilitará el 75% del salario con cargo al Fondo Nacional de Desempleo, durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre, hasta reabrir el local. El otro 25 % lo paga la dirección de la empresa. El 60% de los trabajadores de estas cafeterías son accionistas de la cadena y constituyen el 48% del paquete de¡ capital social.

En cuanto a la explosión, precisan que se produjo «en el servicio de señoras. Era el punto clave de la cafetería, porque se hallaba junto a la sala de máquinas y el sistema de aire acondicionado. Esto hizo que los destrozos fueran tan grandes, pero, al mismo tiempo, fue una suerte, porque las conducciones del aire acondicionado permitieron dar salida a la onda expansiva».

Los trabajadores insisten en su desvinculación política «a la hora de ponemos la chaquetilla y servir un cubata», así como en que no pueden aportar nada de valor para la investigación, «pues son muchos los clientes que entran y salen».

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