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El primer ministro más joven de Europa

El 25 de octubre del pasado año, Carlos Mota Pinto fue designado por el presidente Eanes primer ministro portugués. Se trataba de formar el cuarto Gobierno desde las elecciones de 1976 y el décimo desde la «revolución de los claveles», en un intento de superar la crisis poniendo el acento en resolver los problemas económicos del país. El nuevo primer ministro, un hombre independiente pero de antigua militancia socialdemócrata, tardó casi un mes en formar Gobierno, debido al estrecho margen de maniobra de que dispuso. Las expectativas que en un principio despertó el premier más joven de Europa quedaron frustradas al conocerse su Gobierno, más «derechista» que el tecnocrático de su predecesor Nobre da Costa.Las críticas de la mayoría del arco constitucional, fundamentalmente protagonizadas por el Partido Socialista y por los comunistas, hicieron prever que ni el realismo económico ni las pretensiones de «utilidad» puestas de manifiesto por Mota Pinto, iban a ser suficientes para abrir el esperado período de estabilidad política.

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Incertidumbre sobre el desenlace de la crisis portuguesa

La crisis latente se puso de manifiesto el pasado mes de marzo, con la derrota en el Parlamento del plan económico y de los presupuestos presentados por el Gobierno. Las elecciones anticipadas parecían la única solución a la crisis, antes de que el presidente Eanes decidiera confirmar en su puesto a Mota Pinto, que había presentado la dimisión. De todas formas, la precariedad de la situación del Gobierno, constante desde su formación, no tardaría en reaparecer. Se trata, en definitiva, de un Gobierno presidido por un hombre escogido en función de los problemas: como intermediario de una situación política confusa y sin mayorías, y como alternativa a la crisis económica, pero que, uno a uno, fue perdiendo la confianza de todos los partidos, hasta la de sus antiguos compañeros, los socialdemócratas.

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