Llevar Europa a la vida cotidiana de sus ciudadanos
Comisario europeo de Energía miembro de la Comisión EuropeaHoy y el domingo, los ciudadanos europeos elegirán por primera vez los 410 diputados del Parlamento Europeo. Ciento ochenta millones de electores son llamados a pronunciarse sobre Europa, lo que constituye un acontecimiento sin precedente en la historia de este sufrido continente. Hace 350 años, Sully se preocupaba ya de la realización de una «sociedad europea». Desde entonces han sido muchos los que sintieron la misma preocupación, habiéndose tenido con frecuencia sus reflexiones por utópicas. Con la primera elección del Parlamento Europeo, la utopía se convierte un poco en realidad.
En Europa, los hombres de negocios, los trabajadores, las amas de casa, los estudiantes, comprenden el alcance del acontecimiento. Todos se interesan, cada uno a su manera. Evidentemente, son los políticos los que reaccionan de manera más espectacular. Europa se encuentra mezclada en todas las cuestiones de política interior, lo que no es una mala cosa. En efecto, ¿no hemos lamentado, con frecuencia, que Europa no figure en nuestros Estados entre los temas de la vida política diaria? Pues ahí está ahora. Existen hoy día formaciones políticas europeas y programas políticos comunes, objetivos políticos, e incluso controversias políticas. Los acontecimientos de política interior se sitúan inmediatamente en un contexto europeo.
Por ahora, para nosotros se trata de no malgastar la oportunidad que nos brinda esta elección directa. En el pasado hemos faltado a muchas citas europeas y hemos defraudado muchas esperanzas. Debemos, pues, apreciar ahora en su justo valor la elección directa, y debemos, sobre todo, sacar el máximo partido posible. Nuestro análisis debe ser objetivo. Este acontecimiento no hará desaparecer como por encanto todos los obstáculos que se alzan en el camino hacia una Europa económica y políticamente unida.
Hasta ahora, ningún Parlamento recibió como regalo de bautismo todos los poderes que le corresponden. El Parlamento Europeo, directamente elegido, puede modificar en su favor los equilibrios políticos que presiden la formación de la voluntad europea, porque ejercerá un control democrático sobre la política europea.
Pero son los ciudadanos los que decidirán el éxito de la elección directa. Para empezar, el Parlamento será objeto de su atención crítica y suscitará esperanzas. Por esto, el Parlamento deberá mostrar a los ciudadanos europeos que todos salen beneficiados con la actuación de la Comunidad Europea.
En las sesiones del Parlamento se demostrará que el sistema monetario europeo no es una creación abstracta, sino que tiene un efecto real en los recursos de que cada uno dispone. Se verá claramente que la política agrícola común no es una ciencia oculta, sino que sirve para .arantizar los ingresos de los agricultores y el aprovisionamiento de nuestros conciudadanos en géneros alimenticios.
Una mutación decisiva de la vida europea
El Parlamento debe ser más ambicioso todavía. Debe realizar una mutación decisiva en la vida de los europeos. Debe hacer entrar la unidad europea en la vida cotidiana del ciudadano. Es preciso que los derechos sean los mismos para todos en Europa. Entonces se podrán suprimir las desigualdades que subsisten todavía en la reglamentación sobre la libre circulación. Entonces se comprenderá que algo verdaderamente nuevo se está creando. De esta manera llegará la población a manifestar su confianza a la unión europea y la apoyará.
De este éxito en el plano interior estamos necesitados para responder a las esperanzas de los países de la Europa meridional que desean hoy adherirse a la Comunidad Europea. En vísperas de la elección del Parlamento Europeo por sufragio universal directo se firmaron en Atenas el 28 de mayo los tratados relativos al ingreso de Grecia en las Comunidades Europeas. Las negociaciones con Portugal y con España ya han comenzado. Esta ampliación de nueve a doce miembros tendrá una gran influencia en la Comunidad Europea. Exigirá de la misma la utilización de la fuerza de integración de que dio pruebas en sus mejores días. Al aprobar el principio de la ampliación, la Comunidad demostró estar siempre en condiciones de llevar a cabo una acción progresiva.
No queremos negar las dificultades, pero los que se complacen en llamar la atención sobre los problemas de la agricultura mediterránea no deberían olvidar que estos problemas no los crean los países candidatos. Grecia, Portugal y España no son responsables de nuestras montañas de mantequilla ni de nuestros ríos de vino. Estos problemas deben ser resueltos con independencia del resultado de las negociaciones de adhesión.
A veces sucede en la Comunidad que nos resulta muy difícil tomar decisiones, porque a lo largo de los años se han desarrollado mecanismos complicados. En esta materia nos veremos obligados a soltar lastre si queremos seguir siendo capaces de tomar decisiones en una Comunidad ampliada.
El Parlamento Europeo será nuestro aliado cuando se trate de revisar los numerosos mecanismos, que no responden ya a las nuevas exigencias. En esto habrá, a veces, fricciones con los Gobiernos nacionales. El Parlamento Europeo ejercerá igualmente una influencia en el campo legislativo, atrayendo progresivamente hacia él nuevas competencias, lo que corresponde al normal reparto democrático de atribuciones. Pero esto repercute también en las condiciones de la toma de decisiones más rápida y más satisfactoria en el interés superior de la Comunidad. Y esto facilitará la entrada de España en la Comunidad.
Tengo la convicción de que este Parlamento, elegido por sufragio universal directo, jugará un papel decisivo para el desarrollo ulterior de una Comunidad Europea próxima al ciudadano, para la materialización de los principios de libertad y de democracia en la vida cotidiana de nuestros conciudadanos europeos.
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