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Entrevista:

"La guerra es el privilegio de los impotentes"

Karl W. Deutsch, presidente de la Asociación Mundial de Ciencia Política, 66 años, alemán y uno de los más destacados especialistas mundiales en el estudio de los modelos de comunicación y control políticos, ha estado recientemente en Madrid, en donde ha pronunciado, concretamente en el Centro de Estudios Constitucionales, dos conferencias sobre temas de su especialidad.

Ha sido profesor de temas políticos en la Universidad de Harvard y de la cátedra de Paz Internacional en la Universidad de Standford, y en la actualidad es director del Instituto Internacional de Investigaciones Sociales Comparadas, con sede en Berlín. José F. Beaumont ha mantenido con él la siguiente entrevista.Pregunta. Cuando ya han pasado más de treinta años después de la segunda guerra mundial, ¿cuáles son todavía las dificultades para la paz?

Respuesta. La pregunta por el sentido de la paz es lo mismo que la pregunta por el sentido de la vida o de la muerte. Una interpretación tradicional de la paz es la que se hace a través del concepto de guerra. La guerra es todavía, por desgracia, el privilegio de los impotentes. No podemos garantizar que un Estado se mantenga sin guerra civil o sin un sistema dictatorial, pero debemos impedir, o al menos poner todos los medios para que no se cumpla la amenaza de las armas atómicas.

P. ¿Cómo valora usted el incremento del poder del ejecutivo con respecto al del Parlamento en las democracias occidentales? ¿Es este un fenómeno positivo?

R. Yo no afirmaría que el poder del ejecutivo es preponderante. Al menos no es así desde la caída de Nixon. Existen dentro de cada sociedad otros poderes que comparten, o al menos recortan, este poder del ejecutivo. La misma prensa, la acción de los partidos, sindicatos, movimientos ciudadanos y grupos de presión están, de alguna manera, controlando las acciones del ejecutivo, a la vez que le marcan tendencias y objetivos a cubrir.

P. Usted ha hablado del papel que tiene la prensa de control político. ¿Es esa la única función que desempeña la prensa en la construcción de la democracia?

R. En una sociedad libre y democrática, la prensa tiene, por lo menos, tres cometidos: primero, vender ejemplares. Sin embargo, la prensa puede ser peligrosa por su tendencia a exagerar los conflictos o presentarlos al lector de una forma sensacionalista. De cualquier manera, la prensa no puede sustraerse a la función de dar a conocer todo lo nuevo, lo que es noticia, sea o no conflictiva. El segundo cometido es el de sugerir los comportamientos económicos del público y coordinar las relaciones económicas, y la tercera tarea de la prensa es la de servir de abogado de las causas sociales frente a los abusos del poder. Yo añadiría otra función, que engloba a las ya citadas. La prensa debe ayudar a construir una sociedad más transparente, contando lo que pasa, explicando por qué pasa, respondiendo a los deseos de la gente.

P. ¿De qué manera se puede controlar y manipular la prensa en un Estado democrático?

R. La prensa puede ser manipulada y controlada no sólo por el Gobierno, sino también, por otros grupos políticos, religiosos y, desde luego, por grupos económicos. Pero esta prensa manipulada y controlada paga un alto precio por ello: su falta de credibilidad. Este control se puede manifestar de formas muy sutiles, e incluso puede dar lugar a fraudes piadosos. Por ejemplo, si las armas nucleares y la energía nuclear son peligrosas, hay que denunciarlas y no hay que esperar necesariamente a que se produzcan accidentes con víctimas, aunque de ello se deriven problemas económicos -sobre todo del problema energético.

P. El próximo mes de agosto se va a celebrar en Moscú el XI Congreso Mundial de la Asociación de Ciencia Política, sobre el tema Contribución de la ciencia política a la paz, al desarrollo y al conocimiento. ¿Va a ser posible la celebración de este congreso, a pesar de que algunos delegados han anunciado que no acudirán debido, precisamente, a los impedimentos que han surgido por parte del sistema político de la URSS?

R. Más de 12.000 miembros, de los 30.000 asociados de la IPSA (Asociación Internacional de Ciencia Política), acudirán a Moscú para discutir los adelantos de la ciencia política. Todos estos investigadores deberán esforzarse por dar un impulso a la aplicación de esta ciencia, sobre todo en un mundo tan conflictivo como el nuestro. Para acudir a la Unión Soviética hemos pedido determinadas garantías. Nos hemos propuesto que no exista ninguna interferencia, ni diplomática ni política. Queremos que las discusiones del congreso se celebren con libertad.

P. Desde su posición de analista de las condiciones objetivas de la política mundial, ¿cómo ve usted la actual situación española con los fenómenos de las autonomías y el terrorismo como fondo?

R. Yo estuve por primera vez en España siendo estudiante, en 1933. Entonces, España tenía una Constitución, y Madrid, un alcalde socialista. He vuelto ahora por segunda vez, y España tiene una Constitución, y Madrid tiene un alcalde socialista. Esto significa que existe en España una tradición democrática que es difícil de erradicar, y hay que contar, además, en esta tradición democrática, con la pluralidad de los pueblos de España.

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