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El 3 de junio, elecciones en Italia

No hacen falta leyes especiales contra el terrorismo, coinciden los grandes partidos italianos

Juan Arias

Todos los observadores políticos están de acuerdo en que esta campaña electoral está vacía de programas. Es más bien un referéndum sobre la entrada del PCI en el Gobierno o su vuelta a la oposición. Esta última hipótesis parece la más segura a cinco días del voto. Si los comunistas se vuelven o no atrás de su dilema: «Al Gobierno o a la oposición», y si se contentarían o no con participar sólo indirectamente en la gestión del poder.

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La falta de programas concretos y el hecho de que se hable sólo de posibles fórmulas de gobierno ha hecho que esta campaña electoral esté siendo una de las más aburridas de los últimos tiempos. Por otra parte, el fenómeno del terrorismo ha dado a los políticos la fórmula mágica para ahorrarles la dificultad de entrar en problemas programáticos y de enfrentarse duramente como en tiempos pasados. Ante el terrorismo se crea inmediatamente una unidad casi mágica. Y, al mismo tiempo, los únicos enfrentamientos en esta campaña electoral han sido en este campo.Mientras los socialistas acusan a los comunistas de haber sido demasiado puritanos en la defensa de la causa del Estado como algo sagrado, con tal de no aparecer dispuestos al mínimo diálogo con los terroristas, como en el caso de Moro, los democristianos, más conservadores, han desempolvado un ataque frontal al PCI, acusándolo de ser el culpable de la formación en Italia de un partido armado de extrema izquierda, porque, a su tiempo, no tuvo el coraje de aceptar que en el país, además del terrorismo y de la violencia de derechas, fascista, existía también la violencia de la ultraizquierda y porque ha contribuido a presentar a la Democracia Cristiana como al demonio, a quien es necesario hacer la guerra a cualquier precio.

A pesar de todo, es lógico que los partidos se estén presentando a los electores con un mínimo de programa político, que se puede reducir a estas líneas, por lo que se refiere a los tres mayores partidos y a los radicales.

Los tres mayores partidos (DC, PCI y PSI) son los que determinarán -después del 4 de junio- la posibilidad de dar un Gobierno al país o de repetir las elecciones políticas, con el peligro de que sea en este caso necesario cambiar la ley Electoral, como desearían los democristianos. Los radicales podrían ser, por la diversidad y originalidad de su política nueva, un verdadero elemento de novedad, si se cumplieran las profecías que les calculan más de veinte diputados en el nuevo Parlamento.

En estos cuatro partidos y en los otros menores el debate electoral se centra en estos puntos: terrorismo, energía, economía, huelgas, enseñanza.

En realidad, los italianos escuchan todas estas cosas con poco interés, porque saben que, sobre todo en este país, estas cosas se dicen sólo en las elecciones y después todos se olvidan. Tienen la convicción de que los partidos no creen de verdad en ciertas reformas o están convencidos de que no será posible realizarlas sin ir en contra de ciertos intereses, que es lo que les mantiene en el poder. Nunca como esta vez la gente ha asistido menos a los mítines, a los debates de la radio y de la televisión

Democracia Cristiana,

el partido de mayoría relativa

TERRORISMO: No hace falta crear leyes especiales. Basta la legislación actual. Es necesario aprovechar mejor las fuerzas y las leyes actuales. Defensa absoluta del Estado y lucha sin cuartel a todo tipo de terrorismo.

ENERGIA: Es necesaria una fuente de energía alternativa. No se trata de oportunidad, sino de necesidad. Es indispensable crear un consenso popular que acepte la energía nuclear.

ECONOMIA: Aumento de la ocupación y reequilibrio de la economía meridional. Disminución de los gastos de la Administración pública y normalización de la dinámica salarial respecto a Europa.

TRABAJO: Indispensable el aumento de la productividad y la reglamentación de las huelgas en los servicios públicos. Por el momento, podrían hacerlo los gremios sindicales, y después pasar a una legislación completa.

ENSEÑANZA: Contra el numerus clausus, excepto para la facultad de Medicina. En las demás facultades la selección deberá obtenerse por convicción, encaminando a los estudiantes a las diversas facultades según sus aptitudes, con exámenes de admisión. y multiplicando las sedes universitarias.

Partido Comunista,

el segundo partido del país

TERRORISMO: Mayor eficiencia en los aparatos del Estado, máxima profesionalidad, coordinación y firme dirección de los servicios de seguridad y, sobre todo, una movilización general de los ciudadanos y de las instituciones civiles para que colaboren con las fuerzas del orden.

ENERGIA: Recurso limitado y controlado a la energía nuclear, sólo para completar las necesidades indispensables. Aprobación de centrales nucleares sólo después que el Parlamento haya examinado los resultados de una comisión técnico-científica.

ECONOMIA: Aumento de la ocupación en el Sur y lucha contra la inflación. Desarrollo de la productividad, incremento de la profesionalidad en el trabajo y re forma de estructuras en lo relativo al coste del trabajo y del salario.

TRABAJO: El movimiento sindical deberá llegar lo más pronto posible a la autorreglamentación de las huelgas, que sirva para todas las organizaciones de los servicios públicos. El Parlamento deberá garantizar eficazmente estas decisiones sindicales.

ENSEÑANZA: Recuperar la función de producción y de elaboración de los conocimientos, desarrollo de la investigación, política de programación, nuevo estatuto jurídico, democratización de los organismos universitarios.

Partido Socialista,

el mayor de los partidos menores

TERRORISMO: No hacen falta leyes excepcionales. Hace falta sólo una capacidad extraordinaria del Estado para saber aplicar las leyes actuales.

ENERGIA: El socialista a la energía nuclear está condicionado a las garantías de seguridad. Mientras tanto, los socialistas dirán no a las centrales nucleares.

ECONOMIA: Prioridad a la ocupación, creación de una agencia de trabajo, máxima eficiencia en la productividad de la Administración pública. Por otro lado, contener el coste del trabajo, reduciendo las cargas sociales que pesan sobre el trabajador y sobre el empresario, para que se conviertan en sueldo real.

TRABAJO: Es inútil, por lo que se refiere a las huelgas, buscar soluciones que no existen en ningún país de Europa. Los gremios sindicales deben aplicar seria e inmediatamente la autorreglamentación.

ENSEÑANZA: En línea de principio contra el numerus clausus y a favor de estimular la elección de los estudios y de una programación de la distribución de los estudiantes, teniendo en cuenta la disponibilidad y los medios a disposición de las diversas universidades y colegios.

Partido Radical,

el más original

TERRORISMO: No hacen falta leyes especiales, ya que existen en abundancia y todas han sido inútiles, como lo demuestran el número de muertos, que aumenta siempre. Lo que hace falta es la conversión de la política, que debe ser para los ciudadanos y no a favor exclusivo de los intereses personales.

ENERGIA: Las centrales nucleares son sólo «catedrales en el desierto» que, para afrontar el problema de la energía, son inútiles, dañinas y costosas. Es mejor la vela que la muerte atómica. Lo que hace falta es imaginación creativa y tener el coraje de cambiar la calidad de la vida.

ECONOMIA: Ahorrar en los gastos militares, en las obras inútiles costeadas por el Estado y en las empresas improductivas. Hay que ahorrar racionalizando la Administración pública. No es el coste del trabajo lo que debe disminuir. Debe aumentar el rendimiento y disminuir el precio de la Seguridad Social.

TRABAJO: Reglamentar el derecho de huelga significaría ratificar el monopolio de los sindicatos. Y esto es contra los intereses de todos, incluso de los trabajadores, los cuales no desean que sus sindicatos se conviertan en corporaciones.

ENSEÑANZA: Contrarios al numerus clausus en la universidad. El estudio debe estar más dentro de la vida. Deben desaparecer los privilegios unidos a ciertas carreras. La cultura no debe valorarse en ganancias. Hay que estimular al máximo la creatividad y devolver la dignidad perdida a todos los trabajos

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