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Repliegue estratégico del Bloque Popular Revolucionario en El Salvador

El repliegue estratégico ordenado a sus simpatizantes y militantes por los dirigentes del Bloque Popular Revolucionario de El Salvador es la primera consecuencia inmediata del estado de sitio vigente en este país desde el jueves.

El Gobierno del general Carlos Humberto Romero había advertido públicamente a mediodía del jueves que las fuerzas de seguridad del Estado habían recibido instrucciones precisas para hacer cumplir lo establecido en el estado de sitio. La advertencia era una clara alusión a las ocupaciones de la catedral metropolitana de la capital salvadoreña y otros nueve templos más en San Salvador y otras poblaciones del interior del país. Los párrocos de dichas iglesias habían recibido una comunicación del Gobierno para que trasladasen a los encerrados la firme intención de desalojarles por la fuerza si fuera preciso.En una rápida decisión, el BPR ordenó el desalojo de los templos ocupados, tarea que estaba concluida a las cinco de la tarde del jueves. En los alrededores de la catedral y en las escaleras de acceso al templo sólo quedaban ayer por la mañana papeles, restos de pancartas y las pintadas con las que el BPR ha tapizado prácticamente la ciudad.

Julio Flores, miembro de la dirección nacional del Bloque Popular Revolucionario y secretario de información, explicó a EL PAÍS que la decisión de desocupar las iglesias se había tomado «teniendo en cuenta las nuevas circunstancias del país, originadas en el estado de sitio, y porque se habían alcanzado la mayor parte de los objetivos buscados con la ocupación; es decir, llamar la atención de la opinión pública internacional, presionar al Gobierno y obtener la libertad de algunos de los compañeros detenidos». Flores añadió, en un comentario mas personal, que los militantes del BPR necesitaban recuperarse del esfuerzo realiza do en las últimas semanas y que continuar la ocupación de las iglesias era exponer inútilmente a numerosos compañeros a una acción violenta por parte del Gobierno para desalojar los templos. Insistió el portavoz del BPR, sin embargo, en que simplemente se trataba de un aplazamiento estratégico de la lucha.

La población salvadoreña, y específicamente la de la capital, se dividió el jueves en dos bloques, señalados por los previstos sepelios de los militantes del BPR muertos el martes en las cercanías de la embajada de Venezuela, por un lado, y del ministro de Educación, Carlos Herrera, asesinado por las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) al día siguiente.

A ambos actos fúnebres asistió similar número de personas, calculado en unas 5.000. No se produjeron incidentes. El presidente de la República, general Carlos Humberto Romero, presidió el entierro de su colaborador muerto, después de recorrer a pie un largo trecho, desde la iglesia donde se celebró el funeral hasta el cementerio.

La vigencia del estado de sitio no ha evitado que se sigan produciendo muertes en el país. El jueves fue asesinado un maestro por una organización ultraderechista autodenominada Unión General Blanca. Por la tarde, en un tiroteo registrado en las proximidades de la embajada de Chile, dos jóvenes y un policía nacional resultaron igualmente muertos.

Mientras tanto, un nuevo negociador, enviado por el Gobierno venezolano, anunciaba su llegada a San Salvador, para tratar de resolver la ya larga crisis protagonizada tras el encierro de nueve militantes del BPR en la sede de dicha representación diplomática. No se adivina una salida inmediata a dicha crisis, pues los miembros del BPR insisten en rechazar los ofrecimientos de asilo político y, por otro lado, han mostrado su firme decisión de no entregarse a ningún precio a las autoridades salvadoreñas.

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