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Strauss presenta su candidatura a la cancillería de la RFA

El Partido Cristiano Social de Baviera (148.000 afiliados) propuso ayer a su presidente, Franz Josep Strauss, que también lo es del Gobierno regional, como candidato a la cancillería federal en las elecciones generales de 1980. Strauss, líder ultraconservador, ha desvelado la incógnita de su decisión un día después de que su gran amigo, Karl Karstens, fuese elegido presidente de la República Federal de Alemania

.El anuncio de la directiva cristiano-social ocupará preferentemente a la dirección cristianodemócrata que se reúne en Bonn el próximo lunes para considerar si presenta o no a su líder, Helmut Kohl, como candidato a la Cancillería. Aún es un enigma si Strauss va a desbancar a Kohl en estas aspiraciones y si en el dudoso caso de que la Democracia Cristiana en pleno respalde a éste, no optará el líder bávaro por extender su partido regional a toda la Federación Alemana.Lo que sí parece ya incuestionable es que Alemania occidental da pasos acelerados hacia el establecimiento de una constelación de fuerzas políticas orientadas inconfundiblemente hacia una derecha conservadora a ultranza.

Hace poco más de una semana se reunieron en un lugar secreto del Tirol del Sur (Italia) los secretarios generales de los dos partidos que integran la Unión Cristiano Demócrata. Por ahora no ha trascendido lo tratado, pero la entrevista pudo tener relación con la decisión de ayer del presidente bávaro.

Cada vez más diputados democristianos ocultan menos su preferencia por Strauss y no escatiman críticas a Khol. El antiguo secretario general del partido, Kurt Biedenkopf, hizo público un memorándum explosivo contra su jefe a mediados de enero último. En él atribuía a Kohl el ser responsable de que incluso parte de la base de tradicional democristiana se incline progresivamente en favor de Helmut Sclimidt con vistas a las elecciones del año próximo.

La pérdida de más de un 2% de los votos en las elecciones del 29 de abril, en Schleswig-Holstein, lo que puso en grave peligro la titularidad democristiana del Gobierno de este land, fue una auténtica estocada contra el cada día más desacreditado Helmut Kohl. En el partido se considera lógico vincular definitivamente el futuro de este político a que el frente conservador obtenga en las elecciones europeas del 10 de junio por lo menos un 48,6% de los votos, precisamente el índice obtenido por los democristianos en las anteriores elecciones generales alemanas, sólo que ahora en Europa habrán de competir con una amplia gama de partidos.

Los cristiano-sociales tejen en todas las direcciones la trampa tendida al voluminoso y poco atractivo jefe del CDU. Incluso se ha promocionado a nivel federal un partido antiimpuestos, presidido por el antiguo jefe del sindicato de consumidores, Hernann Fredersdorf. Este abrió ayer mismo en Baviera una oficina. Para Kohl, el partido contra los impuestos es una quinta columna de los socialdemócratas, pero lo cierto es que Fredersdorf ha recibido abundantes fondos de los cristiano- sociales y que Strauss, hasta ahora defensor del régimen impositivo actual, moviliza una campaña contra la tasa al valor añadido y el impuesto de lujo.

Incluso ha «ofrecido» a Fredersdorf un reclamo publicitario gratuito al orientar la campaña televisiva del CSU para las elecciones europeas con un spot contra la burocracia socialdemócrata, objetivo primordial también del partido antiimpuestos. Fredersdorf parece ya el ariete de Strauss para el caso en que los conservadores moderados que preside Kohl se resistan a poner a su partido al servicio de la candidatura del bávaro.

Abandonada ya la aspiración de atraerse a los liberales a una alianza con los democristianos, dividida la opinión tras la elección del presidente Karstens ahora la Unión Cristiano Demócráta afronta también una situación de división interna o de un vertiginoso giro hacia la derecha más inconfundible. Si la directiva democristiana tuviese reparos en asumir la candidatura de Strauss, dada la ideología de éste, cabría todavía un acuerdo entre los dos sectores de la Unión, si éstos aceptan a Alfred Dregger, aspirante a la jefatura del Gobierno. Dregger es también un «hombre de Strauss» y un político al que no se atribuye la tolerancia como su cualidad más destacada.

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