Los filósofos españoles definen su pensamiento actual
La reciente celebración de un congreso sobre el estado actual de la filosofía en España ha servido para reflexionar sobre las distintas corrientes que hoy dan forma al pensamiento en nuestro país. El ciclo se desarrolló en la facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona.
De la intervención de Xavier Rubert de Ventós debemos retener su definición del arte: «Es un dios en el que no se cree», pues todo lo que ya se ha ido cayó en las sombras y pertenece al pasado, encanta y resplandece. Efectivamente, los dioses no son inventos de los hombres. Los dioses griegos y semitas, como dijo Marx, vivieron realmente y dejaron sus huellas en las esculturas, los templos, las cerámicas. Y después de permanecer en la Tierra, subieron a los cielos. Este hecho contradice la tesis, de Ventós de que. Hegel divinizó el mundo y lo espiritualizó hasta convertirlo en mensajero de los dioses. Por otra parte, la Estética de Hegel no es una historia del arte, ya que su idea dominante es la muerte del arte y la muerte de Dios. Así, el arte moderno, al hacerse consciente y reflexivo, agota la imaginación sensible y pierde comunicabilidad. «El arte pertenece, en cuanto a su destino supremo, al pasado», dice Hegel. Los dioses se desencarnan y convierten en abstracciones plásticas. Cuando se encarnó en Cristo, al hacerse plástica la Idea, murió Dios, se convirtió en pasado, es decir, arte.La conferencia del profesor Jesús Mosterín sugería unas conclusiones filosóficas que no formuló, sobre la obra de Gödel. Ahora bien, el matemático y epistemólogo italiano, Ludovico Geymonat, extrajo unas deducciones sobre esta crisis de la formalización matemática. El número, de Gödel, puso fin a una matemática convencional, de puro juego especulativo, y planteó el problema de la objetividad del tipo de conocimiento matemático, de su valor cognoscitivo y de su aplicación práctica.
La tesis de una estética integradora, que defendió el profesor Valverde, nos regocijó por su coherencia y claridad. Su valoración de la estética marxista, como un intento de abarcar la totalidad del fenómeno artístico, nos pareció liberadora frente a los muchos prejuicios estetizantes. Ahora bien, creemos que al mencionar la Escuela de Frankfurt olvidó subrayar la importancia de las tesis estéticas de Walter Benjamin.
La hermenéutica filosófica que expuso el profesor Lledó tiene, como la de Gadamer, la virtud de restaurar la vida en el lenguaje, su intimidad expresiva y verdad real, frente al simbolismo de la formalización lingüística. Pero una hermenéutica es una interpretación de la interpretación (filosofía pura) del mundo, lo que es pura teoría y no una filosofía práctica.
La tesis de Faustino Cordón sobre el auge y decadencia de la ciencia experimental, el irracionalismo y empirismo que la corroe, sometida a las exigencias de la gran industria, explican la necesidad de saltar a una ciencia nueva: la evolucionista. Ahora bien, se negó a identificar, evolucionismo con dialéctica, debido al uso puramente lógico-formal de ciertas leyes dialécticas. Sin embargo, creemos que la dialéctica confiere al conocimiento objetivo experimental una universalidad de pensamiento y permite considerar, como dice Sartre, el organismo en su totalidad.
La conferencia del profesor Bueno dejó entrever perspectivas fecundas en sus investigaciones, dentro de la corriente del materialismo. También quedó claro que una clasificación de las ciencias no puede esquivar el formalismo que la aprisiona. Y una ciencia sólo la conoce el que la practica. De otra forma, la teoría de la ciencia se convierte en el conocimiento de los conocimientos. «Ou bien se taire sur une science, ou bien en parler de I'interieur, c'est-à-dire en la pratiquant», dice Bachelard. La práctica teórica, y no la teoría práctica, es la solución a este conflicto de teoría y praxis.
Idea del todo
A través de este ciclo, con predominio del espíritu científico, existió una increíble coincidencia sobre la valoración de la idea de totalidad: el sentido total del lenguaje, en Lledó; la estética integradora, de Valverde; la concepción monista del mundo, en Cordón; la teoría de la ciencia, en Bueno, como unificadora de las ciencias positivas, y hasta el valor único de la experiencia íntima, de Ventós.El profesor Manuel Sacristán clausuró el ciclo con una serie de reflexiones sobre una política de la ciencia socialista. Sacristán delineó lo que deberían ser los principios fundamentales de una política de la ciencia socialista (formulación que más tarde desechó por excesivamente pomposa, dejándola en una «serie de consejos dados por una buena persona desde la perspectiva de la impotencia»).
En el marco imprescindible de un cambio en la naturaleza de clase del poder estatal, es decir, después de una revolución real, entendida no como ocupación gradual, sino como destrucción del Estado capitalista, la adopción de una política demográfica restrictiva que no vaciló en calificar de malthusiana.
Adopción de una política científica que prime la investigación básica sobre la aplicada, es decir, los experimentos «lucíferos» que aportan luz, aunque no sirven para nada sobre los «fructíferos».
Babelia
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