Madrid, "zona nacional"
Como protesta por el artículo aparecido en su periódico el 12-V-79 (página 14), sobre la manifestación convocada por FN bajo el lema del Día de la Patria Española, y como testigo presencial, debo hacerle algunas puntualizaciones:Primero. Me llamó la atención leer en el titular que asistieron 20.000 personas, ya que cuantos hicieran el recorrido de la manifestación pudieron darse cuenta de que esta cifra resulta rídícula comparada con la gran cantidad de gente que había. Para darle una idea, le diré que me encontraba delante del grupo formado por las viudas de militares, policías armados y guardias civiles asesinados, a las que rindo un especial homenaje desde aquí, pues aunque tenían sobrados motivos para pedir la cabeza de los asesinos de sus maridos, sólo pedían la paz y la unidad de España, lo cual demuestra una entereza admirable. Eran las 21.30 horas cuando dijeron que el señor Piñar había llegado a la plaza de Roma, y yo aún no había conseguido salir de Núñez de Balboa. Y no íbamos nada holgados.
Segundo. En cuanto a que había diecisiete grupos distantes entre si unos cincuenta a doscientos metros, yo no sé muy bien calcular distancias (necesito un metro para medir), pero creo que cuando con tres pasos puedes alcanzar al grupo de delante (otros, un poco más) me parece que es una distancia que no es de cincuenta metros, sino de bastantes menos.
Tercero. Por las calles adyacentes a Alcalá se formaron riadas de gente que pretendía atajar para poder escuchar las palabras que el señor Piñar iba a pronunciar, dificultando la circulación. Las aceras y las ventanas de las casas estaban llenas de gente con banderas y pegatinas, y se iban sumando a la manifestación y no cesaban de aplaudir y saludar a los que pasábamos. Además, relacionar el número de asistentes con los votos sacados en las últimas elecciones me causa hilaridad, ya que había gente no sólo de Unión Nacional, sino de otros partidos políticos y de muy diversas ideologías.
Cuarto. En cuanto a los gritos lanzados, les comunico que eran todos alusivos a la unidad de España y que, cuando en alguna ocasión surgían gritos insultantes, eran reprimidos rápidamente por la gente de alrededor con otro de «España, unida, jamás será vencida». Y cuando logré adelantarme por los laterales para llegar a la plaza de Roma seguía la misma tónica de gritos; incluso pasé por delante de un grupo de vascos que proclamaban su españolía y se decía: «ETA, no; vascos, sí.»
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