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"Nuestra tarea para los próximos años debe centrarse en penetrar en la sociedad"

Para Alfonso Guerra, hombre clave en los últimos años de historia del PSOE, el próximo congreso socialista no centrará sus esfuerzos en calificar o no al partido como marxista, sino en definir qué tipo de reformas hay que hacer en su seno y qué estrategia se debe adoptar para movilizar a la sociedad a favor de la oferta socialista de cambio, penetrando en el tejido social a través del trabajo sindical y municipal. Sebastián Garcia mantuvo con él esta entrevista.

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Pregunta. La polémica sobre el marxismo, ¿va a ser muy decisiva en el XXVIII Congreso del PSOE?Respuesta. Tengo la impresión de que muchos sectores ajenos al partido van a sentirse decepcionados cuando aprecien que en el congreso el tema se trata en lajusta medida que debe tratarse. Creo que en el PSOE todo el mundo ve que los principios ideológicos no deben desaparecer, porque entonces el partido como tal dejaría de ser socialista. Lo que ocurre es que unas personas piensan que una determinada terminología puede perjudicar la imagen del partido, y otras creen que no utilizar esa terminología perjudica más que favorece. Los delegados analizarán si el partido debe mantener sus principios ideológicos -por lo que viene de las agrupaciones creo que la decisión está clara-, y luego lo que habrá que matizar es cómo se presenta esto para que nadie pueda decir que el partido se aleja de su tradición o para que nadie se sienta marginado.

P. Puesto que ha sido Felipe González el primero en proponer que se quite el calificativo marxista «una derrota en este tema puede minar el capital político del secretario general?

R. En un partido como el nuestro es normal que se hagan críticas e incluso se den profundas renovaciones de los órganos directivos. Si Felipe González -o cualquier miembro de la ejecutiva ve rechazada su gestión o descubre profundas diferencias con el congreso, nadie tiene que extrañarse de ver cómo la dirección se renueva. Creo que las cosas no van a ir por ahí, aunque sí es cierto que el congreso no va a ser escandaloso, también es verdad que puede ocurrir cualquier cosa.

P. ¿Cuáles pueden ser, entonces, los grandes temas de debate?

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R. Entre los problemas importantes está, primero, el que esta sociedad no tiene nada que ver con aquella en la que se fundó el partido, y hay, por tanto, que hacer un balance y una adecuacíón de nuestra estrategia a la realidad, sin que haya que modificar en absoluto los principios ideológicos.

En segundo lugar, la situación actual, coyuntural, de la sociedad, ya es bastante diferente de la de 1976, fecha del último congreso. Entonces, el congreso debe debatir la estrategia política concreta a seguir para que el PSOE pueda gobernar y transformar este país. A lo mejor es mucho menos de cuatro años el tiempo que ha de pasar hasta tener una nueva oportunidad de ver si el pueblo apoya al partido.

Desde otro punto de vista, la sociedad contemporánea exige que los órganos de dirección del partido sean más ágiles, más flexibles, más capaces de movilizar al partido y a la sociedad a través del partido. En la terminología de Gramsci, el partido debe impregnar a toda la sociedad de socialismo, movilizar todos los problemas, o, con una palabra muy andaluza, debe zamarrear la sociedad desde una óptica socialista.

P. Entre las propuestas de resolución, ¿alguna plantea una reinodelación a fondo de la ejecutiva?

R. Sí, hay propuestas que modifican la estructura de la ejecutiva, sus funciones, incluso la forma de elección; pero desde mi juicio personal, ninguna es lo revolucionaria que debiera, en el sentido de transformar la tradicional división de la dirección con muchos secretarios con funciones concretas. A mi me gustaría mucho más una ejecutiva compuesta por políticos, y que las responsabilidades concretas estuvieran a cargo de personas que no estén en la ejecutiva, y que, por tanto, no son los que hacen la política. Yo sé que esto es quizá demasiado atrevido para la tradición del partido, y que no se va a conseguir, pero por lo que he podido apreciar de las propuestas tal vez se llegue a una solución intermedia, que mantenga la tradición, pero que innove en el sentido de crear áreas de comportamiento, de modo que haya un área interna -organización, administración, formación, etcétera- con un responsable al frente, y otra de imagen, de propaganda, de prensa, todas reunidas hacia fuera, hacia la sociedad, en áreas distintas que permitan mayor agilidad.

P. ¿Esta necesidad de agilizar, puede chocar con los deseos que se detectan de una mayor federalización del partido?

R. Al contrario. Si queremos agilidad, tenemos que profundizar en la federalización del partido. Hay infinidad de tareas que deben estar absolutamente descentralizadas para poder dar respuestas concretas a problemas concretos de nacionalidades, regiones o provincias.

P. Volviendo al primer problema planteado, ¿qué tipo de estrategia, que no sea un mero plan electoral, puede adoptar el PSOE?

R. Si hasta el próximo proceso electoral nos dedicamos a penetrar en la sociedad, que es el esfuerzo que el congreso creo que tiene que determinar muy claramente, los socialistas tendríamos que volcar una dosis importante de nuestra actividad en dos sectores: el trabajo sindical, para llegar directarnente a las clases trabajadoras, y el trabajo en los municipios, pero no sólo desde las alcaldías o las concejalías, sino concibiendo el ayuntarniento como un centro abierto de participación ciudadana. Si trabajamos profundamente en estos campos, estamos en condiciones de movilizar a la sociedad de forma prioritaria, con el complemento del trabajo parlamentario.

P. En este aspecto, ¿qué piensa hacer el PSOE pare recuperar esos votos socialistas que se inclinan por Comisiones Obreras?

R. Esa disfunción existe porque al ámbito sindical no ha llegado aún la democracia. Los sindicatos no funcionan porque el poder no se lo permite, y se han convertido en un especie de partido-bis, con una acumulación ideológica muy fuerte, y sin medíos económicos para dar servicios a los trabajadores. De ahí que nosotros pensemos que es necesario no sólo consolidar el voto socialista que hay en Comisiones Obreras, donde un 70% vota PSOE, sino también tener una atracción en el ámbito sindical, porque si coinciden ideológicamente con los socialistas bastaría que éstos, a través de un sindicato de inspiración socialista, ofrecieran a esos trabajadores unos servicios suficientes para que se produjera una decantación hacia el campo socialista en el terreno sindical.

P. Una ponencia del comité federal habla de un bloque hegemónico de clase. ¿Va a marcar esta tesis la política de pactos que salga del congreso?

R. Me parece que no se va a hablar de pactos, sino que se van a estudiar en profundidad -este será uno de los grandes temas- las fórmulas que el partido necesita para mantener su autonomía, su identidad, para que no se vea abocado a hacer acuerdos con partidos de la burguesía o a una pérdida de identidad por acuerdos permanentes con otros partidos de la clase trabajadora, sin que esto excluya la posibilidad de acuerdos parciales y coyunturales.

La idea de bloque hegemóníco de clase se refiere más bien a un proceso de avance de la influencia de la clase trabajadora en la sociedad, de modo que el desequilibrio que hoy existe a favor del poder económico se rompa a favor de la clase trabajadora como bloque hegemónico, que agrupará no sólo a los trabajadores, como se concibe tradicionalmente, sino al pequeño empresario, al pequeño agricultor, al pequeño comerciante, que ve que sus intereses están mejor representados por un bloque de las clases que trabajan, que no por un bloque parasitario que vive del trabajo de los demás.

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