La miopía voluntaria y la cuestión de los números

«El éxito de la manifestación en defensa de la unidad de España no solamente se mide en números de manifestantes, sino también en orden y alegría. Con los números, como ya es sabido, se pueden hacer virguerías y obtener cifras sorprendentemente distantes, según las apetencias del calculador. Con el orden reinante, con su clima de alegría y de esperanza, ya es mucho más difícil. Ciertamente, se puede ignorar la gigantesca manifestación para eludir de esa forma el tema del poder de convocatoria de quienes la organizaron y apoyaron, que es lo que ha hecho Mundo Obrero, y ha hecho muy bien desde su peculiar talante e ideología. Lo que no se puede hacer, si se tiene un mínimo respeto a la independencia y a la solvencia de que se blasona, es lo que ha hecho EL PAÍS, que deja reducida la asistencia a niveles de público en un partido de fútbol de Tercera División, y que ha visto en una manifestación estrictamente patriótica y paladinamente ordenada, amenazas contra la Monarquía, contra el Gobierno y, por supuesto, contra la democracia.Si fuese verdad que EL PAÍS es un periódico solvente e independiente, el tema podría ser grave. Tal y como es en realidad EL PAÍS, el tema no rebasa los límites de una payasada, muy conveniente, por otra parte, para desenmascarar la falacia de esa independencia y esa solvencia, al margen de que resulte lamentable para el crédito que la prensa todavía merece a sus lectores. Veinte mil manifestantes calcula EL PAÍS a ojo de mal cubero, distanciándose en cientos de miles de las apreciaciones más restringidas, que ya es distanciamiento.

Y lo más curioso es el razonamiento infalible en que apoya el cálculo, y en el que confunde la realidad, la aritmética y los resultados electorales. (...)

La democracia no se mide solamente en las urnas, como sabe cualquier demócrata que lo sea de verdad y no de los preparados en cursillos acelerados por correspondencia, con vistas a situarse en una situación democrática, que es lo que parece que ocurre en EL PAÍS, donde solamente se producen estas precisiones y aspavientos cuando se trata de asuntos que, ellos sabrán por qué, les parece que están contaminados con la sombra del ominoso pasado en el que, por cierto, tampoco les fue nada mal a los más relevantes nombres de EL PAÍS, que por aquel entonces también daban muestras de estas ideologías adquiridas en cursillo y planteadas en términos mayormente monolíticos. Como si su pasado les acusara, hay nombres en EL PAÍS que se estremecen cada vez que se demuestra que tal pasado es todavía presente y es posible que tenga un incontenible futuro.

La combinación del pánico irrazonable, la estadística y la miopía interesadamente voluntaria se combinan en la cómica información que dedica EL PAÍS a la manifestación madrileña del "Día de la Patria Española". De todas formas, además de un atentado a la probidad informativa, de una sibilina puñalada a la consideración social del periodismo, de una muestra de intento de confusión de la realidad con el deseo, es, sobre todo, un testimonio de temores inconfesados, seguramente por inconfesables, que resultan lo más cómico de todo, que son ya una incursión desesperada en la payasada.»

, 14 mayo