Títulos de Altos Hornos para decorar un biombo
Diez y cuarto de la mañana. Se inician las operaciones en la Bolsa barcelonesa y un individuo con marcado acento extranjero se dirige a la mesa de uno de los agentes de comercio de la plaza e inquiere a los dependientes que allí se encuentran sobre la posibilidad de efectuar por su cuenta una compra de cien títulos de Altos Hornos.
Su demanda es atendida por los empleados, que le informan de la necesidad de realizar una provisión previa de fondos para formalizar la operación. El individuo muestra su conformidad y saca unos cheques de viaje, ante lo que se le indica que la entrega ha de ser en efectivo o bien mediante talón conformado. Asimismo le indican que una de las entidades bancarias que habitualmente acude al mercado barcelonés tiene una pequeña ventanilla de operaciones abierta al público, donde quizá pueda hacer efectivos los cheques de viaje.Con sus pesetas en el bolsillo vuelve a la mesa, donde muestran su conformidad y dan curso a su orden, que se cumplimenta de inmediato.
El extranjero pulula por los distintos corros durante el transcurso de la sesión y una vez finalizada se vuelve a dirigir, a la mesa del agente, e inquiere cuándo le serán entregados los títulos. El apoderado de la casa le responde que en el plazo de una semana o diez días le podrá entregar los resguardos correspondientes a la operación al tratarse de un valor incluido en el nuevo sistema, y que al ser fungible no existe manipulación física de los títulos, lo que agilizaría la operación. Nuestro personaje muestra un vivo interés por que los títulos le sean entregados en mano y, a pesar de todas las observaciones acerca de las dificultades que ello crearía, insiste en su demanda.
Tras el fallido intento por disuadirle los empleados del despacho le preguntan el porqué de su empeño en conseguir los títulos en rama, a lo que él responde que es un capricho de su mujer, que ha visto los grabados que figuran en las acciones de la sociedad y quiere cien para forrar un biombo.
Quizá este incidente venga a demostrar una vez más la dependencia española en cuanto a iniciativas empresariales del extranjero, ya que posiblemente nuestro hombre encontró un uso alternativo a los valores más depreciados que hay en nuestro mercado, pues forrar un biombo con unos vistosos grabados por 7.000 pesetas, a primera vista, no resulta excesivamente caro.
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