Marruecos vive una situación problemática sin precendentes
La Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) es hoy el único partido político marroquí que no ha perdido considerablemente audiencia, contrariamente a lo ocurrido con otros grupos. Junto a un comunismo que supera a duras penas su vocación de agrupación intelectual y un Istiqlal afectado por su participación en el poder y su indefinición ideológica, la USFP se afirma cada día más como la principal fuerza de oposición.Las últimas huelgas, encabezadas por su Confederación Democrática de Trabajadores (CDT), han servido para valorar su implantación real. Abderrahim Buabid, un secretario general muy cuestionado por los Jóvenes ideólogos del partido, pero todavía en su papel de paraguas protector del socialismo marroquí y puente entre sus correligionarios y el poder, explica para EL PAÍS los momentos difíciles que atraviesa Marruecos.
«Ciertamente, existe hoy en Marruecos una crisis social muy grave. La crisis procede del alza de precios acelerada que incluso oficialmente se reconoce que ha sido de un 90% en los últimos años. Los salarios -de los que tienen trabajo- han visto su poder adquisitivo reducido en la misma proporción. A ello se añade el paro, evaluado a grosso modo en un 20/25% de la población activa. Naturalmente que sufrimos también el contragolpe de la crisis de los países industrializados, pero la mayor parte de los problemas son específicamente marroquíes.»
El salario mínimo más bajo de Africa
«Los parados eran mantenidos tradicionalmente en Marruecos por sus familias. Pero el descenso del poder adquisitivo familiar impide también esa solidaridad familiar, que era una peculiaridad de la sociedad marroquí, en donde no existe ninguna ayuda al paro. El salario mínimo, bloqueado desde hace varios años, es en el presente uno de los más bajos, si no el que más, de Africa.
Se ha acusado a la USFP y a la CDT de empujar a la huelga y se nos dice que queremos crear dificultades políticas. Se nos ha respondido que estamos en guerra y que el país no puede soportar a la vez los costos de la guerra y los sociales. La guerra del Sahara sirve pues de pretexto para no aceptar las justas reivindicaciones populares. La USFP, sin embargo, estima que no se puede pedir movilización y unidad nacional sin que sean sastisfechas unas reivindicaciones mínimas.
El propio rey reconoce la relación que existe entre lo social y la movilización nacional, pero su Gobierno no hace nada. El año pasado ya hubo huelgas de advertencia y, sin embargo, la Administración actual sólo ha respondido a las huelgas con represión y despidos masivos. Me acaban de entregar la lista de más de quinientas personas, profesores sobre todo, que van a ser despedidas. Esas son actitudes irresponsables de un Gobierno que no hace más que agravar las cosas.»
La situación económica y social
«La situación económica y social no ha sido nunca tan grave como ahora, en que es casi intolerable, y no me extrañaría que mañana nos encontremos frente a una explosión incontrolada. Si esta explosión no ha ocurrido aún es porque la oposición, considerando los problemas internos y externos a que tiene que hacer frente Marruecos, tratamos de contenerla. Sin embargo, es muy posible que seamos sobrepasados por los acontecimientos.
El Gobierno rehúye hasta ahora el debate sobre la situación, aunque reconoce que lo que decimos es cierto. No obstante, responde siempre que no tenemos dinero. En nuestra opinión, las cosas pueder mejorar limitando el despilfarro. utilizando los medios fiscales al alcance del poder. Implantando un impuesto de solidaridad que permita que una parte de los recursos sea para satisfacer las necesidades de los asalariados y la otra parte sea para la guerra.
Existen, además, medios monetarios, por qué no. No seríamos el primer país en salir de una crisis por medios monetarios y todos los países occidentales, Estados Unidos incluido, los han utilizado frecuentemente. Lo real y lo concreto es que el 7% de la población marroquí recibe el 50% de la renta nacional, y los otros millones de personas se reparten el otro 50%.
En lo que a la otra crisis -la del Sahara- respecta, estamos convencidos que las cosas se van a poner mal para Marruecos. La diplomacia argelina es mucho más activa y más organizada que la nuestra, y ello nos coloca en un aislamiento que se acentúa cada vez más.
Sin embargo, la cuestión hoy es de defensa y respuesta militar. O bien Argelia pone todos los medios para conquistar el Sahara occidental y entonces Marruecos hará lo mismo, y eso será tan grave para nosotros como para ellos. Eso lo saben los dirigentes argelinos, que ahora apuestan al estallido de Mauritania como Estado. Pero en este caso, Senegal tampoco podrá permanecer indiferente, por la afinidad de las poblaciones del sur de Mauritania con las de Senegal.
Por esta misma razón, pedimos a España que siga atentamente el curso de los acontecimientos, porque no se trata simplemente de la libertad para un pueblo, sino de algo mucho más vasto. Algo que pone en peligro también toda la política africana de Francia y que concierne directamente a París, en tanto que tutora de la integridad territorial de Mauritania.
Se nos ha pedido que entremos en el Gobierno actual, pero nosotros no quisimos. Qué más desearía el actual ejecutivo que tener el aval de la oposición. Nosotros exigimos que se aprobase un programa mínimo, pero luego pensamos que no podíamos estar dentro de un Gobierno que no consideramos representativo.»
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