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Entrevista:

"No somos ni de derechas ni de izquierdas"

Te cita a las ocho de la mañana -el trabaja desde las seis- en su despacho presidencial del palacio de las Garzas, en cuyo patio central chapotean estos animales zanquilargos. Arístides Royo, 38 años, presidente de la República panameña y jefe del Gobierno, es un abogado formado en la Universidad de Salamanca, que tuvo como profesores de Derecho Político a Enrique Tierno Galván y de Derecho Natural a Joaquín Ruíz-Giménez, «le llamaban entonces fray Angélico». Está casado con una asturiana de Grado, Adela Ruiz.Royo tiene sobre sus espaldas la difícil tarea de sustituir al «caudillo» carismático de la revolución panameña, el general Omar Torrijos. Procedente de una familia de educadores de clase media baja, Royo forma parte de una generación estudiantil que luchó en la calle -a veces con muertos en sus filas- contra la corrupción del sistema político demoliberal del antiguo régimen, derrocado en 1968, en el que coincidían exactamente el poder político y el económico. En esta rebelión estudiantil había marxistas y no marxistas; Royo está en las filas de los segundos, aunque él y su Gobierno han sido tachados por algunos sectores norteamericanos de izquierdistas peligrosos vendidos a Cuba y la URSS.

El presidente se confiesa antimilitarista y por eso estuvo, en principio, en contra del golpe militar de 1968. Pero en 1970 le llamó Torrijos para encargarle la redacción de un Código Penal «benigno», porque si nos caemos del poder -le explicó el general- prefiero que sean blandos con nosotros». Posteriormente Royo fue uno de los hombres que elaboraron la nueva Constitución, en 1972, y ocupó, en 1973, durante cuatro años, el Ministerio de Educación. En 1977 formó parte del equipo negociador del Tratado del Canal con Estados Unidos.

Institucionalizar la democracia

La revolución de Torrijos, que durante los primeros años no respetó los derechos humanos y actuó dictatorialmente contra la oposición -aunque sin violencia física extrema-, entra ahora en el período de institucionalización política. El propio Torrijos dejó el pasado octubre el poder a Arístides Royo, que fue elegido presidente por la Asamblea de Corregimientos, una Cámara mediatizada por el poder y elegida con criterios de representación mayoritaria que priman la representación de las pequeñas comunidades rurales. Según los critenos de la democracia parlamentaria, esta Asamblea, considerada por el régimen como la conquista del poder popular, no es democrática. No controla el presupuesto ni los impuestos y el Gobierno no es responsable ante la misma. No legisla; esta tarea está encomendada a una, comisión de legislación, en la que poco a poco se va a ir introduciendo el sufragio universal en la elección de sus miembros.Hasta 1984 no está prevista la elección por sufragio universal directo del presidente de la República y el país funciona con una Constitución elaborada por la citada Asamblea en 1972. El régimen se niega a convoca- una constituyente que haga una Constitución democrática -principal demanda de la oposición- y afirma,que la actual legalidad defiende mejor los intereses populares.

Ante un sistema de poder que en algunos momentos recuerda al PRI mexicano o al Movimiento español, los más importantes partidos de la oposición (el Panameñista, del derrocado Arnulfo Arias; el Liberal; la Democracia Cristiana, y el Socialdemócrata) se niegan, en principio, a entrar en el juego político. Se exigen 30.000 firmas para inscribir un partido, aunque éstos, de hecho, funcionan con libertad. El régimen ha creado su propio partido, el PRD (Partido Revolucionario Democrático) y del mismo ha inventado su oposición: el Frampo (Frente Amplio de Oposición).

P. El régimen hace grandes esfuerzos por evitar la definición ideológica; Cuba y Estados Unidos están demasiado cerca. ¿Cómo se define usted personalmente y como definiría al sistema panameño?

R. Aunque le pueda parecer cursi, me defino como patriota, nacionalista, ni de derechas ni de izquierdas.

Creo en un país donde se dé más educación, más salud, donde se respete nuestra condición de nación que presta servicios bancarios internacionales sin llegar a los extremos de convertir a Panamá en un puerto libre, como algunos pretenden. Un país que no sea solamente un canal. Somos gentes pragmáticas, no nos encasillamos dentro de «ismos» ideológicos. El mantenimiento de este régimen se basa en el no compromiso hacia una corriente determinada.

P. ¿Cuándo va a cerrarse el proceso abierto con el golpe de Torrijos con una democracia plena como la entendemos en Europa, con una Asamblea Constituyente que elabore una Constitución?

R. Nuestro desarrollo conduce a la democracia plena, pero por democracia no entendemos la vuelta a lo anterior, un sistema parlamentario elegido por sufragio universal y representación proporcional. Nosotros defendemos el poder popular concretado en la Asamblea de Corregimientos.

Si seguimos en el poder, como esperamos, después de las elecciones de 1984 haremos la democracia a nuestro estilo.

P. ¿Cuál es el significado de su viaje a Europa?

R. En Madrid, Londres, París y Roma, vamos a hablar del canal y de su futuro e invitaremos a estos países a participar más activamente en la economía panameña, a utilizar más nuestra privilegiada posición geográfica. Explicaremos también qué tipo de democracia tenemos en nuestro país.

En España firmaremos un convenlo de cooperación científico-técnica y estudiaremos otro de asistencia aeronáutica. También discutiremos una mejor utilización del crédito existente de España a Panamá de cien millones de dólares.

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