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Entrevista:

"No creo que pueda darse consideración de refugiado político a nadie que hoy venga de España"

«Creo que no podríamos considerar en la actual situación que nadie que venga de España pueda acogerse al estatuto de refugiado político». Con esta declaración, el primer ministro sueco, Ola Ulsten, puso de relieve la decisión de su Gobierno de no conceder trato de refugiados a los activistas de ETA o de cualquier otro grupo armado español. En una entrevista con el director de EL PAIS, Ulsten insistió en las posibilidades de cooperación entre España y Suecia, si se firma, como espera, el tratado de nuestro país con la EFTA (Asociación Europea de Libre Comercio),y anunció que el rey don Juan Carlos visitará oficialmente Suecia el próximo mes de octubre.Interrogado sobre la política de neutralidad de su país y el problema de la adhesión de España a la OTAN, el primer ministro dijo que no quería interferirse en los asuntos españoles. «La cuestión de la OTAN pertenece por entero a la decisión del Gobierno de su país. En Suecia no se plantea por parte de nadie la posibilidad de un cambio en nuestra política de neutralidad, pero lo que es bueno para Suecia no es necesariamente bueno para los demás países europeos. Por otra parte, pensamos que la estabilidad en Europa del norte pasa, entre otras cosas, por nuestra política de neutralismo, pero pienso que eso no ha de interferir nuestra cooperación con el resto de los países europeos. Hay buenas razones para seguir juntos, aunque mantengamos políticas diferentes. Europa ha sufrido mucho en las últimas guerras y, sin duda, en la cooperación internacional resulta un capítulo importante la política de defensa.»

Pregunta. España se apresta a firmar el tratado con la EFTA, al tiempo que abre negociaciones con el Mercado Común. ¿No le parece que ello puede plantear algunos problemas en el futuro y hasta algunas contradicciones?

Respuesta. Es bastante natural que España quiera asociarse con la CEE, y nosotros entendemos su propósito. También es verdad que cuanto mayor sea el número de países de la EFTA que entren en el Mercado Común más se debilitará la zona de libre comercio. Pero la EFTA sigue siendo una organización todavía muy importante y fuerte y supongo que del acuerdo que esperamos que España firme se va a derivar un incremento considerable de los intercambios entre los dos países. No existen problemas específicos entre nosotros para que esto sea así. El mercado sueco está absolutamente abierto a los productos agrícolas españoles, y nosotros podemos beneficiarnos de algunos desarmes arancelarios para productos industriales.

P. Usted es un primer ministro que gobierna en minoría. ¿Cómo es posible mantenerse en el poder con acierto en tan inestable situación?

R. Pienso que gobernar en minoría, como lo hace mi partido, sólo es factible si uno se encuentra en el centro del espectro político. Los liberales en Suecia jugamos un papel clave en el equilibrio de fuerzas políticas, y nuestra peculiar situación nos permite hacer pactos tanto con los conservadores como con los socialdemócratas. En mi opinión, es algo muy parecido a lo que le sucede a Suárez. Ello obliga a un ejercicio permanente del poder, y tiene sus desventajas, desde luego, pero también tiene sus ventajas. Al final, pienso que éstas son en realidad mucho mayores. Esta posición clave en el panorama de fuerzas políticas ha facilitado el crecimiento de la intención de voto de los liberales en todos los polls de opinión que se realizan. También la sensación que estamos ofreciendo de que es posible realizar un trabajo bien hecho en el poder. Pero el problema de los liberales, desde el punto de vista político, sigue siendo precisamente el propio significado de la palabra liberal. Liberal no es una idea de militancia política, sino más bien un sentimiento de desarrollo y progreso de la sociedad. Eso creo que es común a todos los partidos liberales europeos.

P. ¿Cómo ve el futuro político sueco después de las elecciones? ¿Llevaría a cabo su partido una coalición con los socialdemócratas?

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R. Eso depende del resultado de las propias elecciones. Si socialdemócratas y comunistas obtienen la mayoría podría surgir un Gobierno de coalición de izquierdas. Y depende también de qué política concreta se vaya a seguir. El principal problema, tal y como yo lo veo, es que Suecia necesita un Gobierno fuerte, de amplia base, si quiere hacer frente a la situación económica. Nosotros hemos logrado superar la crisis, pero necesitamos una completa reestructuración industrial. Una cosa que el electorado sueco no va a admitir es un descenso en el nivel de vida, que es considerablemente elevado y que supone un inmenso presupuesto público y una alta presión fiscal para mantener los gastos de la Seguridad Social y los subsidios a las empresas públicas. Este es, pienso, el tema central de la discusión política en Suecia.

P. ¿Y las centrales nucleares serán después de lo de Harrisburg, como al parecer lo fueron en las últimas elecciones, un elemento determinante en la opción del electorado?

R. Yo no creo que en realidad el tema de la energía nuclear fuera tan decisivo en las elecciones pasadas. Pienso, por lo demás, que la única salida al problema planteado es acudir a un referéndum sobre la cuestión. Eso no quiere decir que el tema no vaya a pesar en las elecciones de otoño, pero, como digo, es en un referéndum y no en unas elecciones políticas donde la cuestión debe ser dilucidada.

P. Suecia, que amparó en su día al Tribunal Russel, tiene una larga tradición como país sede de refugiados políticos. ¿Acogería ahora con esa consideración a activistas de ETA o de otros grupos españoles?

R. Nosotros practicamos una política en todo concorde con la convención de Ginebra y, en efecto, cualquier extranjero tiene derecho a solicitar el estatus de refugiado. Hay ahora una gran cantidad de refugiados de América Latina, Chile y Argentina preferentemente, y también de otros países, como Turquía. Lo mismo que refugiados de los barcos vietnamitas. Pero creo que no consideraríamos en la actual situación, como refugiado político, a nadie que viniera de España. No obstante, Suecia es un país generoso en el trato con los extranjeros, especialmente si son exiliados. Tenga en cuenta que de los ocho millones de suecos que hay en la actualidad, casi un millón procede de la inmigración y quizás eso puede justificar esa actitud abierta de la que hablo.

P. ¿Cuál ha sido la primera impresión que ha obtenido de su contacto con el presidente Suárez?

R. Me parece un hombre efectivo en su trabajo. Cualesquiera que sean las pegas que se le quieran poner hay que decir que es uno de los arquitectos del cambio político español, que ha sido algo maravilloso. Si uno compara la situación previa de España con la de otros países y el resultado de la política de los últimos años no se puede negar que este ha sido muy positivo. Eso no quiere decir que no se contemplen todavía problemas políticos en su país, pero, como digo, el proceso de transición desde fuera resulta ejemplar. En realidad, este proceso marca un punto de inflexión en las relaciones entre España y Suecia. El diálogo entre nuestros dos países viene de lejos y algunos dicen que hasta los visigodos tienen origen sueco. Lo que es nuevo son los políticos que llegan, sin duda atraídos por ese cambio político que han experimentado ustedes y que resulta ilusionante para toda Europa.

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