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Laboristas y conservadores británicos se presentan como la "solución moderada"

El anuncio por el Partido Laborista británico de sus planes sobre control de precios si retiene el poder el próximo 3 de mayo se ha convertido en uno de los caballos de batalla de la campaña electoral. El Partido Conservador y el presidente de la patronal han unido sus voces para denunciar el «intervencionismo asfixiante» que pretende el señor Callaghan.

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Según la política anunciada, la comisión de precios, que ahora se encarga de recomendar «congelaciones» y moderar los porcentajes de las subidas que le son propuestas, verá notablemente reforzados sus poderes. La nueva comisión perfilada por los laboristas tendría facultades para bajar un precio ya establecido, investigar por su cuenta sectores enteros de la industria y ampliar su fiscalización a la práctica totalidad de la actividad económica: desde los precios de los seguros hasta los de las vacaciones, pasando por los de los alimentos o las tarifas municipales.El presidente de la Confederación de Empresarios ha vaticinado una contracción inversora sin precedentes si las medidas se llevan a efecto. Según el señor Methven, nuevos controles económicos desanimarán a los empresarios y reducirán los, en su opinión, ya reducidos beneficios de las compañías. En un discurso electoral en Nottingham, Margaret Thatcher ha afirmado que «los supermercados son más efectivos en el control de los precios que cualquier intervención estatal» y aprovechó para atacar la trayectoria laborista en materia de inflación y desempleo. La publicación oficial de las cifras de paro actuales, algo más de 1.3.00.000 personas, con un descenso en marzo de más de 60.000, debe de haber llevado algún consuelo al primer ministro, que considera el récord británico entre los más aceptables de Occidente.

La solución moderada

Los líderes laborista y conservador están centrando sus esfuerzos en presentarse a sí mismos como la solución moderada que necesita el Reino Unido. El señor Callaghan y sus ministros con más vigor intelectual en la defensa de sus posiciones califican de «reaccionaria» a Margaret Thatcher y de peligrosos sus planes de reforma radical. La señora Thatcher, por su parte, cultiva preferentemente el temor del electorado al socialismo, y su «estado mayor», así como los numerosos medios informativos proclives a una solución tory, no cesan de presentar al primer ministro como la fachada tranquilizadora del amenazador izquierdismo que anida en el Partido Laborista.Los diarios sondeos de opinión siguen vaticinando una holgada victoria conservadora. El último de ellos, publicado ayer en el Daily Express -un periódico de gran circulación que lleva su entusiasmo por los conservadores hasta el punto de afirmar que el laborismo deriva hacia el comunismo-, otorga un 12% de ventaja a la señora Thatcher. Con ligeras variaciones, esta es la tónica cuando la campana electoral, aburrida desde una óptica latina, entra en su fase intermedia. La vida política británica se caracteriza por un alto grado de localismo, y es en el modo familiar y desprovisto de aparato con que cada candidato presenta en su círcuriscripción los temas candentes donde adquiere su verdadero sentido.

Los números más coloristas están por venir de la mano del partido nazi Frente Nacional y del trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores, cuya más conocida militante es la actriz Vanessa Redgrave. El Frente Nacional presentará 290 candidatos. Los puntos fundamentales de su manifiesto, publicado el miércoles, son la creación de un registro de inmigrantes de color que permita expulsar del país a todos los inscritos con un preaviso de seis meses, la restauración de la pena de muerte, la intensificación de relaciones con el régimen racista de Suráfrica y la «resurrección» de una Commonwealth de países blancos.

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Los cinco minutos televisados a que tiene derecho todo partido que presenta más de cincuenta candidatos darán también al Partido Revolucionario de los Trabajadores, sesenta aspirantes, la oportunidad de explicara los británicos la «traición laborista» y el papel del Parlamento como «fachada encubridora de las conspiraciones que tienen lugar fuera de él». Ambos puntos fueron destacados en la conferencia de prensa en la que Corin Redgrave, hermano de Vanessa, anunció sus objetivos. Entre ellos figuran la destrucción del sistema capitalista, la monarquía y la sustitución de la policía por una milicia de trabajadores.

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