El antitarradellismo puede ser nota dominante de la manifestación del domingo
La celebración, el próximo lunes, de la festividad de San Jorge, patrono de Cataluña, se presenta este año, por vez primera, bajo el signo de las ya evidentes discrepancias entre los partidos mayoritarios y el presidente de la Generalidad. Con ello culmina un cielo iniciado precisamente en la festividad de San Jorge del pasado año, cuando por vez primera los manifestantes silbaron y gritaron contra Tarradellas. De aquel día arranca una frase que posteriormente ha estado coreada en todas las manifestaciones: «No volem titelles, fora Tarradellas» («No queremos títeres, fuera Tarradellas»).
Ante la ausencia de iniciativas totalmente unitarias, este año son los socialistas, comunistas y los republicanos de la Esquerra quienes protagonizan, por el momento, la concentración popular, que se llevará a cabo el próximo domingo, víspera de la festividad, en el parque de la Ciudadela de Barcelona. No obstante, anoche se consideraba casi seguro que el partido de Pujol se sumará al acto.« La manifestación del domingo -afirmó a EL PAIS una alta fuente del partido de Pujol- es el primer paso importante y público de distanciamiento entre los partidos y Tarradellas. Como se trata de un paso importante, nuestro partido no desea precipitarse. Pero no hay duda que daremos este paso. Nuestras bases ya se están preparando para asistir a la manifestación. Sólo queremos hacernos rogar un poco, pero iremos, y de forma oficial.»
Por su parte, UCD emitió un comunicado por el que «considera improcedente la convocatoria de una manifestación que, de hecho, intenta desviar y perturbar el funcionamiento de un sistema democrático y representativo, puesto que el pretexto es reivindicar nuestro estatuto, el cual, sin haber sufrido ningún retraso, está ya en fase avanzada de elaboración dentro del marco previsto en la Constitución».
Como es ya tradicional, la postura de UCD coincide con la de Tarradellas. La manifestación es contraria al sistemático retraso del proceso de consecución del estatuto, el cual podrá poner fin a su presidencia de la Generalidad provisional.
El gran temor por parte de la izquierda es que Tarradellas utilice la celebración de la manifestación y, aun en mayor grado, el rechazo de los partidos a crear ayuntamientos de consenso (como había propuesto Tarradellas para justificar una crisis del Consejo de la Generalidad. Los argumentos de Tarradellas consistirían en manifestar que no puede funcionar una Generalidad con partidos enfrentados entre sí, cuando precisamente el Consejo de la Generalidad es «de unidad catalana».
Una vez creada la crisis -lo cual legalmente está en manos de Tarradellas- el presidente de la Generalidad podría constituir un nuevo consejo con personalidades independientes, fuertemente escorado hacia la derecha. Eso representaría el fin de los «acuerdos de Perpignan» entre los partidos y Tarradellas.
Ahora Tarradellas puede ofrecer muy pocas cosas a la izquierda.
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