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Los socialistas son la clave de las alianzas

Las incógnitas que plantea el resultado de las elecciones municipales en Cataluña son, en primer lugar, el de la política de alíanzas a seguir, en especial por los socialistas, y, en segundo lugar, el procedimiento que seguirá Tarradellas en su inminente intento de utilizar las diputaciones para frenar el proceso autonómico y crear un bloque político de derecha.

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En la política de alianzas, el tema más visible es el Ayuntamiento de Barcelona, pero no por ello hay que olvidar las diputaciones, cuyos miembros serán elegidos antes que los alcaldes. La postura más evidente es la de los comunistas: preconizan una unidad catalana (que incluye socialistas, comunistas y el partido de Pujol) y un aislamiento de UCD. Por su parte, el partido de Jordi Pujol -y en particular su presidente, Trías Fargas- es absolutamente reacio a un pacto con los comunistas, mientras acepta explícitamente un acuerdo con los socialistas. Un hipotético pacto con UCD es considerado impensable, además de ser, respecto a la cuestión clave del Ayuntamiento barcelonés, totalmente absurdo.La pelota está, en consecuencia, en campo socialista, ya que esta opción política debe optar entre pactar por la derecha o por la izquierda. Pero los socialistas catalanes, desde siempre, se han caracterizado por nadar entre infinitas aguas, incapaces de tomar grandes decisiones. Centrar la atención en lo que sucederá en el consistorio madrileño -con el obligado pacto socialistas-comunistas- es la mejor forma de aproximarse a lo que pasará en el barcelonés.

Pero Jordi Pujol intentará sustituir el pacto socialistas-comunistas por un pacto propio con los socialistas, ya que, sumarse a un acuerdo tripartido, no sería aceptado por Trías Fargas ni por sectores capitales de su partido. A tal fin, Pujol posee una baza muy importante, y que pasó inadvertida en los primeros momentos. Se trata de los resultados electorales a nível de diputaciones, donde la izquierda queda terriblemente debilitada como consecuencia de una ley adversa.

Resulta, en efecto, que los comunistas no pueden ofrecer gran cosa a los socialistas para las diputaciones, ya que obtendrán sólo doce diputados en la de Barcelona, dos en la de Tarragona y ninguno en las otras dos diputaciones catalanas restantes. De pactar con los comunistas, los socialistas sólo pueden aspirar a una mayoría de izquierda en la Diputación de Barcelona. En cambio, Pujol obtuvo) más de la mitad de los diputados provinciales en Gerona y ocho en Tarragona, que sumados a los cinco socialistas y dos comunistas, superan a los doce de UCD (con ello Tarragona es el único lugar donde podría ser casi obligada una política de «unidad catalana», preconizada por los comunistas). Finalmente, en Lérida el tema carece de interés: UCD obtuvo dieciocho diputados sobre un total de veinticuatro.

El problema tiene ribetes historico-filosóficos. Es, como queda claro, el gran tema de la contraposición entre la ciudad y el campo. Si los socialistas sólo piensan en Barcelona y su entorno industrial, tenderán hacia un acuerdo prioritario con los comunístas. Pero si consideran los peligros que implica, un enfrentamiento entre ciudad y campo -especialmente cuando hay quien desea explotarlo en beneficio personal-, deberán intentar buscar fórmulas más flexibles, lo cual no es cosa fácil, por cuanto que, política y sociológicamente, el partido de Pujol no es homologable con relación a un hipotético y «descafeinado» frente popular.

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