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Entrevista:

"La vendadera angustia se experimenta ante la muerte"

Entrevista con el filósofo alemán Walter Biemel

Walter Biemel, discípulo de Martin Heidegger y profesor de Filosofía y Estética de Düsseldorf, es conocido en Alemania por sus importantes trabajos sobre la fenomenología y la filosofía del arte. Entre sus obras más importantes cabe señalar El concepto del mundo en Heidegger, Análisis filosóficos del arte actual y una obra sobre Sartre. El profesor Biemel ha venido a Madrid invitado por el Instituto Alemán y el Instituto Fe y Secularidad, para dar una conferencia sobre «Sartre y Heidegger» y otra sobre «Temporalidad en la fenomenología», dentro del cielo Existencialismo y filosofía contemporánea.

Pregunta. Como colaborador del archivo de Husserl y editor de sus obras inéditas, ¿piensa usted que Husserl abandonó el camino cartesiano, la filosofía de la conciencia pura, por una filosofía de la experiencia o materialismo práctico?Respuesta. Me explicaré. Husserl escribió Episteme y Doxa, donde formuló la oposición entre la ciencia y la experiencia. En esta obra, Husserl descubrió la importancia de la doxa, que era, para él, el mundo espontáneamente vivido, lo que contradice su punto de partida filosófico, pues al principio tuvo como ideal la filosofía como ciencia pura y exacta. Por el contrario, más tarde descubrió que cada ciencia presupone el mundo vivido.

P. ¿Lo que apunta en la Crisis de las ciencias europeas, que usted editó?

R. Sí, exacto; por esta razón la fenomenología debe buscar cómo está constituido ese mundo vivido, la realidad inmediata.

P. ¿Cree usted que Husserl, en sus últimas obras, trató de fundamentar una teoría de los sentidos y de la sensibilidad, un empirismo ingenuo?

R. Estoy de acuerdo con usted; efectivamente, formuló una teoría de la sensibilidad que denominó aesthesiología, ciencia que debía ocuparse de cómo los sentidos contribuyen a la constitución de nuestro mundo material. Husserl conocía muy bien el empirismo inglés y también la psicología anglosajona. Para él, el problema fundamental era siempre de cómo el sujeto podía llegar a constituir una significación. Tenemos muchos trabajos de Husserl dedicados a los análisis de esta constitución, que no han sido publicados y asombrarán a muchos que con sideran a Husserl un idealista puro.

P. ¿Considera usted que Merleau-Ponty realizó el programa de Husserl sobre una fenomenología del cuerpo, como sugiere Landgrebe?

R. Sí, comparto su punto de vista. Merleau-Ponty vino a Lovaina, cuando escribía su Fenomenología de la percepción, a consultar los ma nuscritos inéditos de Husserl. El término pre-reflexivo, empleado por Merleau-Ponty y Sartre, tiene su origen en Husserl.

P. La contraposición crítica entre El Sery el Tiempo de Heidegger y El Sery la Nada de Sartre, de que usted habla, ¿arranca del punto de partida, pues el primero comienza interrogándose sobre el ser y el se gundo sobre la conciencia?

R. Existe una oposición básica desde el principio: el concepto del Ser, en Sartre, se refiere a la materia (I'en-soi), mientras para Heidegger el Ser no es nunca material, sino más bien una apertura (offenheit), en la cual el hombre está situado y que le hace posible el contacto con los otros y con el mundo circundante.

P. Heidegger y Sartre tienen conceptos comunes con significaciones diferentes. Por ejemplo, ¿la Nada es el medio infinito que crea la angustia, como piensa Heidegger, o es la subjetividad angustiosa que crea la Nada, como afirma Sartre?

R. La experiencia de la Nada para Heidegger es fundamental. Por la angustia perdemos todo contacto con las cosas y en ese momento podemos comprender el problema de lo que significa el Ser. Por ello, la verdadera angustia se experimenta ante la muerte, que es la Nada total y absoluta. Por el contrario, para Sartre, es el hombre el que introduce la Nada en el Mundo.

P. ¿Qué tiene más valor cognoscitivo para usted, la mano en Heidegger o la mirada en Sartre?

R. Heidegger quiere explicar el mundo cotidiano, que es una suma de utensilios y enseres. Nos insinúa que los debemos conocer en particular para comprender el mundo en general. De aquí la importancia que tiene la mano como órgano de conocimiento, pues sólo utilizando una cosa sabemos para qué fin sirve. Para Sartre, le regard es una forma de acceder al otro, para tomar posesión de él.

P. La muerte la llevamos dentro, como piensa Heidegger, ¿o es un hecho bruto, la teja que se nos cae encima, como sostiene Sartre?

R. Estoy más cerca de la concepción de Heidegger, reconociendo que la muerte puede ocurrir en cualquier momento de una forma brutal y arbitraria. Para Heidegger, lo importante es la conciencia de que somos mortales y que debemos comprender nuestra finitud. Quiere convencemos y que nos demos cuenta del carácter único, excepcional, de la vida para no perderla inútilmente.

La teoría del amor

P. ¿Cuál sería la teoría del amor de ambos filósofos?R. Para Sartre, el amor es una lucha feroz de las conciencias, aunque últimamente, mediante el concepto del «nosotros», concibe la posibilidad de una unidad. El amor, para Heidegger, es el verdadero «Mitsein» (ser con otro), una verdadera coexistencia armoniosa.

P. ¿Cómo explica usted el paso de El Ser y la Nada a la Crítica de la Razón Dialéctica? ¿Salió Sartre de la neurosis por el concepto) de la alienación?

R. Mi punto de vista es diferente. En El Ser y la Nada Sartre defiende la idea de una libertad total. Más tarde se da cuenta de que esa libertad total es irrealizable. Y comienza a interrogarse sobre la función del elemento social, estudia a Hegel y a Marx y descubre la idea de la alienación como concepto central de su filosofía y su finalidad es superar la alienación. Esto explica su aproximación a los comunistas.

P. Pero actualmente parece acercarse más a los libertarios y ácratas.

R. Sí, porque intenta volver a encontrar la libertad perdida, su antigua concepción originaria.

P. Usted habla de la temporalidad en la novela: ¿cree que la novela de Proust realiza el concepto del tiempo de Bergson o el de Einstein?

R. Ni uno ni otro. Pienso que expresa el concepto de Heidegger. Para Heidegger, nuestro pasado no es algo perdido, sino que lo llevamos dentro continuamente. Por esta razón emplea el término «Gewesenheit», es decir, un pasado que está presentándose siempre, y no «Vergangenheit», que es un pasado muerto. La novela proustiana es el mejor ejemplo de esta presencia actual del pasado. En el primer volumen de la obra de Proust suena una campana de la puerta del jardín que anuncia la llegada de Swann. Esta campana vuelve a sonar al final de la novela, en Le Temps Retrouvé, cuando el narrador asiste a la última matinée de los Guermantes. La pervivencia de este sonido demuestra la presencia continua e inacabable del pasado.

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