La derecha del laborismo británico impondrá sus criterios en el manifiesto electoral
Los puntos de vista de la derecha del laborismo británico prevalecerán en el manifiesto electoral del partido, cuya publicación se espera en los próximos días. El primer ministro ha impuesto en el comité ejecutivo su criterio, favorable a que la redacción final del documento sea dejada en manos de un pequeño grupo, del que formarán parte él mismo y sus lugartenientes político y económico, Michael Foot y Denis Healey, respectivamente.
La maniobra del señor Callaghan garantiza virtualmente que la alternativa económíca sugerida por el ala socialista del laborismo -mayoritariamente representada en el comité ejecutivo nacional del partido- no se verá reflejada en el llamamiento electoral. El sector izquierdista de la formación gobernante había preparado un documento en el que, entre otros puntos, se incluía un compromiso para la creación de un millón de puestos de trabajo, la intensificación de las nacionalizaciones y el fin de los rígidos controles salariales.A pesar de la presión del grupo encabezado por el ministro de Energía, Anthony Benn, el argumento que ha prevalecido en el estado mayor labour es que un manifiesto radical sería absolutamente impopular y reduciría las posibilidades electorales del partido el 3 de mayo.
La versión final será aprobada el viernes, en una reunión conjunta del gabinete y el comité ejecutivo, y estará lista para la imprenta a la vez que el manifiesto conservador, que subrayará la necesidad de una recuperación económica basada en la libre empresa.
En lo que parece un movimiento cuidadosamente calculado para privar definitivamente de peso a la «amenaza colectivista» entrevista por Margaret Thatcher, la empresa automovilística British Leyland, controlada por el Estado, anunció ayer que se dispone a firmar un acuerdo de cooperación con la firma japonesa Honda. Los detalles de esta cooperación no se conocerán hasta pasadas algunas semanas, pero muchos ven en ella el principio de una sólida implantación europea por parte de la pujante industria automovilística nipona.
El último acto del Gobierno laborista ha sido la presentación ayer en el Parlamento del presupuesto británico para el año fiscal, que comienza en abril. Tradicionalmente una fecha clave y solemne del calendario político del Reino Unido, esta vez el budget day ha sido una mera formalidad destinada a mantener la continuidad de la estructura financiera del país, en tanto una nueva Administración toma las riendas del poder. El limitado presupuesto de emergencia, al que la oposición conservadora ha dado su visto bueno, establece un pequeño incremento de las deducciones impositivas personales. El ministro de Hacienda aprovechó para hacer un discurso electoralista en los Comunes.
Debate televisado
Mientras la organización de la campaña electoral recibe los últimos toques, la atención de los británicos estuvo centrada ayer en si Margaret Thatcher aceptaba o no dos cara a cara televisados con James Callaghan, propuestos por la cadena comercial y aceptados por el primer ministro. La líder conservadora, con menos experiencia políticay pública que el jefe laborista, ha sido aconsejada para que rechace lo que se podía haber convertido en una trampa mortal. Según sus más próximos asesores, la televisión personalizará la campaña al estilo norteamericano, quitando fuerza a los temas políticos y concentrando la atención de los electores en el comportamiento de ambos líderes ante las cámaras. Algo que no conviene a la impulsiva señora Thatcher.
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