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Las Cortes deben debatir el Mundial-82

El Mundial-82 quedará prácticamente estructurado en menos de dos meses. En mayo se conocerán las sedes y el número de selecciones a intervenir. Aunque por el momento Raimundo Saporta no ha hablado más que de los posibles beneficios, convendría que alguien comenzase a preguntar en cuánto van a resultar las inversiones, en dónde se habrán de efectuar y a quiénes se otorgarán las subvenciones. Buen tema para la Comisión de Cultura del Congreso, si es que para hablar de una cuestión como esta no hay veto para los debates.

Las grandes decisiones sobre el Mundial-82 se tomarán en breve plazo y no se barrunta de momento la posibilidad de que las Cortes tengan conocimiento de cuanto puede convertirse en motivo de polémica por muy diversas circunstancias. La Comisión de Cultura debería tomarse en serio el tema, a fin de que no nos metan los goles antes de empezar.El Comité Organizador del Mundial-82 ya ha realizado los Informes sustanciales. Según Saporta ya se sabe dónde es posible organizar partidos y dónde no. Ya se sabe, dicen, qué estadios reúnen las condiciones mínimas exigidas por la FIFA para poder ser escenario de partidos de este fuste.

Con todo, si don Landelino permite que haya debate sobre este tema y a Miguel Herrero Rodríguez de Miñón (y sobresaliente cum laude) no le parece mal que la oposición quiera discutir sobre cuestiones políticas y económicas del Mundial, habrá que actuar con la máxima celeridad posible. Están en juego unos presupuestos nada desdeñables y la designación de las sedes.

No basta con decir que unos campos no reúnen las condiciones exigidas por el organismo futbolístico internacional. Hay que añadir, además, si resultaría rentable una obra para su adecuación. Hasta el momento se ha especulado con gran alegría sobre la posibilidad de adjudicar créditos a determinadas entidades futbolísticas para realizar obras en sus estadios. Hay que mirar por la peseta y justificar plenamente toda inversión. Varios cientos de millones, como pedía el presidente del Barcelona -que le ha cedido gratis los locales a la UCD- para remodelar el Camp Nou, es cantidad que ni los más ingenuos pueden dar por buena. Para poner en orden el Bernabéu tampoco parece cantidad apropiada tres centenares de millones.

El país organizador tiene potestad para admitir dieciséis o veinticuatro selecciones para la fase final y también es el país organizador el facultado para decidir el lugar de las sedes, con tal de que éstas, naturalmente, sean idóneas. Para esta idoneidad caben soluciones alternativas que son precisamente las que deben decidirse aquí, y no en Suiza. Intentar trasladar la responsabilidad de estos temas a la FIFA es una trampa en la que no podemos caer. Para hacer obras en cualquier lugar hay tiempo suficiente por delante.

Cada. vez que en España se plantea el tema de los estadios del Mundial se hace desde unas perspectivas no muy ajustadas a la realidad. Si bien es cierto que aquí no contamos con un estadio como el de Munich o el del River Plate, también lo es que no todos los recintos en los que se han celebrado los últimos mundiales han contado con instalaciones ideales. En Alemania, por ejemplo, los pupitres de la prensa, en varios lugares, eran tan elementales que de un simple tirón podían ser arrancados. Aquí también hay que ir a lo funcional. Entre otras cosas, porque somos menos ricos que los alemanes. No es cuestión de epatar, sino de hacer bien las cosas, sin más.

No hay que precipitarse. Y como por otra parte el mundial va acompañado de una infraestructura importante, hay que pensar con mentalidad de futuro.

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