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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El ruido y la furia

Estaba yo la otra noche en casa leyendo a Pierre Louys -«todo en ella tenía catorce años»-, cuando en esto que me llaman del Congreso:-Que tiene usted aquí un pase para la investidura.

Lo cual es un madrugar loco. A las once de la mañana estoy en la investidura con mi tarjeta butano, como en una matiné del Carretas. El presidente Suárez ya ha llegado. Gutiérrez Mellado le da lumbre para el cigarrillo. Oreja tiene la piel curtida de aduanas. Abril Martorell con color de Abril Martorell. Fraga de buen color, pero ya jamono. Martín Villa solito, como siempre, hacieñdo los deberes. Entra Joaquín Garrigues, blanco de sanatorio. Suárez le da un medio pescozón como riñéndole tiernamente por haber estado enfermo. Con la entrada perfileña de don Landelino Lavilla comienza la investidura.

Lleno en los tendidos, con manolas de Goya retocadas por Ruper y prensa del corazón político. En este palco de la prensa destacan ya los que se hicieron un nombre y una carrera en la anterior legislatura, o como se llame eso: tal es el caso de Víctor Márquez, cuyas crónicas de Triunfo y de los periódicos, vendidas luego en libro, le dan un pavoneo interior que él lleva muy bien con su sencillez de chico torturado por los maristas cuando no había huelgas católicas. Don Landelino da el plato del día: investidura y flor natural. Nada de debate pre ni post.

Y en esto Felipe González que se abre de suerte, revolea el capote grana y oro de los cinco millones de votos/77, muy deslucido ya en dos temporadas, sube al púlpito, saca un papel y lee:

-Don Landelino Lavilla no es el presidente de todos.

Después le toca a Santiago Carrillo, que tiene EL PAÍS en el pupitre:

-Si no hay debate, se va a sentar un precedente desastroso. ¿Cómo vamos a votar lo que no conocemos?

Y Fraga Iribarne, que se desgaja del bajorrelieve Osorio/Areilza/Senillosa no sin pereza, torpeza ni lentitud, como en un movimiento geológico bonito de ver, pero ya un poco repetido, tipo erupción del Teide.

-Dado que el reglamento se presta a interpretaciones, lo mejor sería votar para saber lo que quiere la Cámara.

Sensato y funcional, pero inútil. El señor presidente no es que no quiera debate de investidura. Es que ni siquiera tolera votación sobre la posibilidad de debate. Argumenta con el articulado, que remite al subarticulado, como el texto al subtexto y todo ello al pretexto.

Felipe se pone en pie para unas banderillas al quiebro, con detalles toreros, pasándose de la escuela sevillana (que los eruditos niegan, como Pedro Beltrán) a la rondeña, más grave y jonda:

-Su Señoría es el presidente del Congreso de UCD.

Y Carrillo, como aquel Belmonte siempre patético y a veces peripatético. (En realidad son el Joselito y Belmonte de la izquierda.) Tras él, todo el fuego graneado del rojerío, hombres en pie como resortes de furia, y los tantanes sobre los pupitres en la tribu marginal de los panda, ribereña del Ebro y la sempiterna batalla del Ebro, contestada en la otra orilla- por el cañaveral en pie de los ucedistas. Al fin Suárez sube a la cátedra.

Del PCE al PSA (conocido como Sherry Batasuna, por su andalucismo paraoligárquico, según algunos) los off-UCD se desflecan un poco hacia el bar o los pasillos. Termino de oír el discurso de Suárez ya en la radio del taxi, por el Madrid marceño y soleado, palabras primaverales para la OTAN y la paz, y hasta mi taxi llegan los tantanes de guerra de los viejos campamentos, grandes -y pequeños, de una izquierda concesionana y dividida, que ha perdido la guerra por su propia culpa, nuevamente, en dos años de alterne y descorche con la derecha. El discurso de Suárez, europeo, atlántico, nortesuramericanista, construido, es un edificio político de palabras que se levanta sobre eliruido y la furia de la oposición. El esquema del futuro queda claro: unos tienen el verbo y otros tienen el ruido, porque no les han dejado otra cosa. Como el Madrid hortera de los rascacielos levantado sobre las ruinas de Madrid. Lástima que UCD, tan triunfadora, no construya su discurso histórico sobre cimiento racional y profundo, sino sobre el tam-tam y el ruido de los panda. El Ebro, gran río nacional y ensangrentado, sigue cruzando entre batallas.

El ruido y la furia

Estaba yo la otra noche en casa leyendo a Pierre Louys -«todo en ella tenía catorce años»-, cuando en esto que me llaman del Congreso:-Que tiene usted aquí un pase para la investidura.

Lo cual es un madrugar loco. A las once de la mañana estoy en la investidura con mi tarjeta butano, como en una matiné del Carretas. El presidente Suárez ya ha llegado. Gutiérrez Mellado le da lumbre para el cigarrillo. Oreja tiene la piel curtida de aduanas. Abril Martorell con color de Abril Martorell. Fraga de buen color, pero ya jamono. Martín Villa solito, como siempre, hacieñdo los deberes. Entra Joaquín Garrigues, blanco de sanatorio. Suárez le da un medio pescozón como riñéndole tiernamente por haber estado enfermo. Con la entrada perfileña de don Landelino Lavilla comienza la investidura.

Lleno en los tendidos, con manolas de Goya retocadas por Ruper y prensa del corazón político. En este palco de la prensa destacan ya los que se hicieron un nombre y una carrera en la anterior legislatura, o como se llame eso: tal es el caso de Víctor Márquez, cuyas crónicas de Triunfo y de los periódicos, vendidas luego en libro, le dan un pavoneo interior que él lleva muy bien con su sencillez de chico torturado por los maristas cuando no había huelgas católicas. Don Landelino da el plato del día: investidura y flor natural. Nada de debate pre ni post.

Y en esto Felipe González que se abre de suerte, revolea el capote grana y oro de los cinco millones de votos/77, muy deslucido ya en dos temporadas, sube al púlpito, saca un papel y lee:

-Don Landelino Lavilla no es el presidente de todos.

Después le toca a Santiago Carrillo, que tiene EL PAÍS en el pupitre:

-Si no hay debate, se va a sentar un precedente desastroso. ¿Cómo vamos a votar lo que no conocemos?

Y Fraga Iribarne, que se desgaja del bajorrelieve Osorio/Areilza/Senillosa no sin pereza, torpeza ni lentitud, como en un movimiento geológico bonito de ver, pero ya un poco repetido, tipo erupción del Teide.

-Dado que el reglamento se presta a interpretaciones, lo mejor sería votar para saber lo que quiere la Cámara.

Sensato y funcional, pero inútil. El señor presidente no es que no quiera debate de investidura. Es que ni siquiera tolera votación sobre la posibilidad de debate. Argumenta con el articulado, que remite al subarticulado, como el texto al subtexto y todo ello al pretexto.

Felipe se pone en pie para unas banderillas al quiebro, con detalles toreros, pasándose de la escuela sevillana (que los eruditos niegan, como Pedro Beltrán) a la rondeña, más grave y jonda:

-Su Señoría es el presidente del Congreso de UCD.

Y Carrillo, como aquel Belmonte siempre patético y a veces peripatético. (En realidad son el Joselito y Belmonte de la izquierda.) Tras él, todo el fuego graneado del rojerío, hombres en pie como resortes de furia, y los tantanes sobre los pupitres en la tribu marginal de los panda, ribereña del Ebro y la sempiterna batalla del Ebro, contestada en la otra orilla- por el cañaveral en pie de los ucedistas. Al fin Suárez sube a la cátedra.

Del PCE al PSA (conocido como Sherry Batasuna, por su andalucismo paraoligárquico, según algunos) los off-UCD se desflecan un poco hacia el bar o los pasillos. Termino de oír el discurso de Suárez ya en la radio del taxi, por el Madrid marceño y soleado, palabras primaverales para la OTAN y la paz, y hasta mi taxi llegan los tantanes de guerra de los viejos campamentos, grandes -y pequeños, de una izquierda concesionana y dividida, que ha perdido la guerra por su propia culpa, nuevamente, en dos años de alterne y descorche con la derecha. El discurso de Suárez, europeo, atlántico, nortesuramericanista, construido, es un edificio político de palabras que se levanta sobre eliruido y la furia de la oposición. El esquema del futuro queda claro: unos tienen el verbo y otros tienen el ruido, porque no les han dejado otra cosa. Como el Madrid hortera de los rascacielos levantado sobre las ruinas de Madrid. Lástima que UCD, tan triunfadora, no construya su discurso histórico sobre cimiento racional y profundo, sino sobre el tam-tam y el ruido de los panda. El Ebro, gran río nacional y ensangrentado, sigue cruzando entre batallas.

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