Doce millones de iraníes ratifican hoy el final de la monarquía
En un grave clima de insurrección tribal de los turcomanos, doce millones de ciudadanos iraníes acuden hoy a las urnas para decidir qué sistema político regirá la nueva Persia del futuro: una república islámica, institucionalizada bajo la «ley divina del Corán», o la vieja monarquía imperial del derrocado sha. La votación se prolongará durante dos días y el recuento por espacio de cinco.
Aunque se da por descontado que los iraníes elegirán la papeleta verde -color islámico-, que marca el signo aprobatorio de la república coránica, sobre la roja, opción monárquica, el aspecto destacable de esta consulta popular de los nuevos dirigentes iraníes descansará probablemente en los porcentajes de abstención y de votos negativos a la república islámica.
La izquierda votará negativamente
La oposición de izquierdas -fedayines marxistas-leninistas y guerrilleros islámicos de izquierda ha anunciado su voto negativo a la consulta electoral patrocinada por el ayatollah Jomeini, señalando que es contrario a la razón consultar al pueblo sobre dos opciones tan simplistas.
Lo mismo han hecho los elementos liberales del nuevo y viejo régimen, especialmente los intelectuales y profesionales formados en Occidente que no han sido absorbidos por el nuevo régimen. Para esta oposición, la consulta tampoco es válida, pues si bien la antigua monarquía era una dictadura, no se puede «sustituir ésta por otra» de carácter religioso.
Una de las voces que se han levantado contra el voto afirmativo a la república es la del último primer ministro del sha, Shapur Bajtiar, que en una cinta grabada, enviada a Teherán desde el exilio, pidió el voto contrario «para que algún día pueda Illegar la democracia real a Irán». Pese a haber colaborado con el sha, Bajtiar intentó realizar profundas reformas democráticas en las últimas semanas del viejo régimen y fue el responsable de la vuelta triunfal de Jomeini a Irán.
Rebelión turcomana
Mientras los preparativos del referéndum se hacen patentes en todo el país, el Gobierno central se vio forzado ayer a enviar al noroeste del país a varias unidades del Ejército regular para hacer frente a la revuelta turcomana, que en cuatro días consecutivos de luchas arroja un balance de víctimas superior al centenar.
El balance oficial de muertos se calculó ayer en veinticinco, sin embargo, con un número de heridos superior a setenta, según informó la agencia oficial Pars.
Los combates más agudos se desarrollan en la ciudad de Gonbad Kavus, situada en la zona suroccidental del mar Caspio, muy cerca de la frontera con la Unión Soviética. Según algunos informes, la lucha se intensificó ayer por la mañana, después de un breve alto el fuego acordado por los líderes turcomanos con los representantes del ayatollah Jomeini, dirigidos por el también ayatollah Taleghani.
Los motivos
Según los líderes de la rebelión, la causa de su batalla contra el Gobierno central no responde a motivos religiosos -los turcomanos son sunitas, mientras que la mayoría de la población iraní es chiita-, sino que su objetivo es frenar el enorme poder que están adquiriendo los llamados comités revolucionarios islámicos y su milicia, incluso a nivel local. Entre las condiciones de negociación que han adelantado, los turcomanos exigen una mayor autonomía para su región. El Gobierno iraní se ha visto obligado a enviar a la región turcomana aviones de caza y helicópteros y, según informó la agencia Reuter, el Ejército ha hecho uso de ellos para aplastar la rebelión. Ayer, también, los soldados utilizaron fuego de artillería y mortero.
Mientras tanto se informó ayer en París que el ex primer ministro del sha, Abbas Hoveida, encarcelado y juzgado por las nuevas autoridades, no será condenado a muerte.
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