Tierno departió con amas de casa en el mercado
Enrique Tierno, primer candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, cumplió ayer su segundo día de campaña activa participando en la caravana electoral que recorrió el barrio de Vallecas. Hacia las once y media de la mañana, el señor Tierno llegó al mercado de Martínez de la Riva, en plena actividad comercial. Para las amas de casa que se encontraban allí en ese momento, la llegada de Enrique Tierno fue algo curioso, nuevo. En realidad era Tierno quien se acercaba hasta ellas, tendiendo la mano, con una amplia sonrisa. Entre tanto los militantes repartían pegatinas y programas del partido. El fogonazo de los flashes de los fotógrafos, el equipo del filmación del PSOE, y el pequeño grupo que se formaba en torno al candidato, atrajeron pronto la atención de la gente. Enrique Tierno tardó alrededor de una hora en recorrer cien metros, mientras firmaba autógrafos y programas; estrechaba las manos de los tenderos y las clientas, respondía parsimoniosamente a las mujeres que le contaban lo de la carestía, «un polideportivo para mis nietos, que no tienen donde jugar», y todo el muestrario de graves problemas que padece Vallecas.Mucha de la gente que se encontraba en el mercado, ligeramente retirada del grupo que rodeaba a Tierno, desconocía que el profesor fuera candidato a la alcaldía, pero le reconocían como «ese señor tan fino y tan educado», al que han visto hablar en televisión. A medida que pasaba el tiempo se hacía más numeroso el grupo que rodeaba al candidato, hasta que uno de los pasillos quedó cortado. El propio Tierno sugirió trasladar la tertulia a un sitio más espacioso. Una señora dijo al profesor: «A ver si viene otro día que yo tenga más tiempo», el profesor contestó: «Vaya, vaya a casa, porque luego el marido se puede enfadar si no está la comida y echa las culpas a Tierno». Fuera del mercado, con un tapón de tráfico habitual en la calle Martínez de la Riva, la megafonía del PSOE recomendaba el voto a Tierno a ritmo de chotis, una quincallera recogía el puesto para no ser arrollada por la gente que acompañaba al profesor; Pili, la de la floristería, entregaba a Tierno tres claveles rojos, y una señora mayor le regaló un botijo, como recuerdo.
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