Una fábula revulsiva
Hay algo en Themroc que, a primera vista, podría recordarnos las últimas películas de Marco Ferreri. Impresión superficial debida a un común tono apocalíptico. Porque lo que en Ferreri hay de construcción mental, en Faraldo es fuerza vital; lo que len Ferrari hay de desesperación burguesa, en Faraldo resulta optimismo liberador. Sería más acertado emparentar Themroc con los surrealistas, con la Edad de Oro de Buñuel, con los comics y chistes de Hara-Kiri o Le Canard'Enchainé, con la revuelta de Charles Dé en Charles mort au vif, de Tanner... En Themroc hay algo de auténticamente salvaje, de primitivismo vivido, no simulado. Pasolini dijo en una ocasión que la palabra más bella que conocía era barbarie. Es de un bárbaro moderno que Themroc nos habla. La imperfección técnica de Themroc. no es coquetería estilística, su defectuosa fabricación es su mayor belleza. A caballo entre fantástico y la serie B, Themroc es un filme felizmente inclasificable, sobre el que hablar resulta tan difícil como hablar de un grito, de un aullido. Themroc escapa a los límites de la pantalla, nos exige mirar de otra forma.Sin recurrir ni una sola vez ni a la música ni al diálogo, inventando un lenguaje incomprensible, caricatura del francés, Faraldo no solo no aburre, sino que logra un efecto inquietante y sorprendente. La revuelta de este obrero-máquina que un día decide frenar en seco para empezar a vivir, y a vivir de otra forma, ilustra uno de los más poderosos fantasmas del hombre moderno. Fafaldo surge entre los recatados narradores franceses como un fabricante de imágenes virgenes y contundentes, ignorante de las buenas maneras de sus compatriotas y con Themroc se sitúa en un extremo de difícil continuidad.
Themroc
Guión y dirección: Claude Faraldo. Fotografía: J. M. Ripert. Intérpretes: Michel Piccoli, Beatrice Romand, Marilu Tolo, Francesca Coluzzi, Madame Herviale, Coluche, Patrick Dewaere, Ramain Bouteille, Miou-Miou. Francesa, 1972. Local de estreno: Alphaville 1.
Babelia
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