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Detenido el presunto autor de la muerte de la niña gitana

Joaquín Antonio Mendoza Jiménez, de veintidós años, ha sido detenido por la policía como presunto autor de la muerte de la niña Remedios Concepción Jiménez, de once años, ocurrida el pasado día 24 a media tarde. La víctima y su presunto asesino pertenecen a la misma familia gitana y eran primos y cuñados entre sí, ya que además del parentesco familiar Joaquín Antonio Mendoza se había casado con Lucía, una de las once hermanas de Conchita, nombre por el que era conocida la fallecida.Según la versión policial, la muerte de la niña se produjo cuando el presunto homicida se encontraba en un piso abandonado de la calle de Luis Jimeno, 12, a donde pensaba trasladarse él con su mujer y su hijo, de dos años, la próxima semana. Intentaba, al parecer, conectar los cables de la luz de la vivienda con el tendido general cuando apareció Conchita, que quería beber agua del grifo.

«Dice que le dio un pronto cuando la vio inclinarse para beber y se abalanzó sobre ella», manifestó uno de los inspectores de policía que explicaron las gestiones realizadas para el esclarecimiento del caso en el curso de una conferencia de prensa en la Jefatura Superior de Policía.

Tras un largo forcejeo, Joaquín Antonio, que hasta entonces había tapado la boca de la niña con la mano, arrancó un trozo de papel de la pared y se lo metió en la boca; «su interés de evitar que la niña gritara se debía a que en la casa de enfrente era donde vivía la familia hasta entonces y en ese momento estaba la abuela durmiendo», explicó el inspector.

No se ha podido determinar si el acusado, que no pudo consumar la violación, salió de la vivienda sabiendo que la niña había muerto asfixiada; una hora después la familia comenzó a alarmarse, e inició la búsqueda de la niña, que fue encontrada por su padre y por la esposa del presunto autor de la muerte que, según manifestó a la policía, limpió unas gotas de semen que la niña tenía en el vientre, «quizá para que su padre no pensase que había habido violación».

Avisada la policía se comenzó inmediatamente la investigación, que a pesar de las opiniones de los gitanos sobre la autoría de algún payo, se centró entre los que habían estado con la niña horas antes de su muerte.

Un pelo encontrado en una uña de la fallecida, que está siendo examinado por el laboratorio policial, se cree demostrará la intervención del acusado. Este análisis será seguido, ya que se tiene el permiso judicial para determinar el grupo sanguíneo del propietario del cabello que se espera corresponda con el del detenido. Al margen de las pruebas que se realicen, el detenido, que no tenía ningún tipo de antecedentes policiales, ha confesado su crimen, según informó la policía.

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