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En el III aniversario de la RASD

Secretario general de la Asociación de Amigos del Sahara

El 27 de febrero de 1976 en un. lugar al Norte, en el desierto del Sahara occidental llamado Bir Lehlu, se reunían un puñado de hombres y mujeres en presencia de numerosos periodistas extranjeros. Fue la proclamación del nacimiento de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD). Con gran solemnidad se expresó la encarnación de la unidad del pueblo saharaui en su lucha contra todas las maniobras que intentaban arrebatarle el derecho a la autodeterminación e independencia.

Esa histórica noche de febrero marcó el límite de separación entre los oscuros años de colonización y la época de la voluntad popular de construir un Estado independiente y soberano.

Durante esos mismos días el Ejército del rey Hassan II intentó el genocidio del pueblo saharaui. Bombardeaba con napalm los campos de refugiados en donde se encontraban mujeres, niños y ancianos que huían de la invasión de su territorio nacional: el antiguo Sahara español.

Hoy, tres años después, la conmemoración del tercer aniversario representa una nueva victoria que hace olvidar meses de éxodo y resistencia -en inferioridad de medios y condiciones-, tras la incalificable traición española con los tristemente célebres acuerdos de Madrid. El pueblo saharaui, el Frente Polisarlo y su Ejército de Liberación Popular (ELP) han llegado a un grado de organización, unidad y voluntad como para continuar su guerra de liberación nacional hasta la independencia total.

En el terreno político y diplomático el balance es altamente positivo: diecisiete países reconocen a la RASD. Favorables resoluciones de la OUA, países noalineados y de la Asamblea General de la ONU. en particular la resolución del pasado octubre a favor de la autodeterminación del pueblo saharaui y reconociendo al Frente Polisario como su único y legítimo representante.

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La monarquía alauita, por su parte se encuentra procresivamente aislada a nivel internacional: sus principales aliados -como el sha de Irán, Sadat, en Egipto, y el Gobierno zaireño...- salen destronados o hacen una política unilateral nada respetable, que crea nuevos focos de tensión en Africa y Oriente Próximo, descalificando su actuación. EEUU y Francia ya no juegan todas sus bazas por el expansionismo marroquí. El nuevo régimen mauritano, ante su falta de capacidad económica y militar para poder seguir con la política aventurera anterior, quiere encontrar la forma de desengancharse del que fue su más firme colaborador.

La Unión de Centro Democrático (UCD) reconoce al Frente Polisario y su derecho a la autodeterminación, sumándose así a la totalidad de las fuerzas de oposición y complicando aún más la credibilidad de la actuación marroquí y la validez de los acuerdos en los que se basa.

Hassan se enfrenta, también con problemas internos. La economía está en crisis, siendo precisos impuestos especiales para continuar la guerra. El endeudamiento exterior aumenta. La desmoralización de los ejércitos e incomprensión ciudadana hace muy difícil seguir engañando por más tiempo a su pueblo del sentido de esta guerra fratricida.

En el terreno militar los sueños del rey marroquí no se cumplen. La capacidad de respu.esta del pueblo saharaui ha convertido todo el territorio en un nuevo Vietnam, incluyendo el sur de Marruecos. Los últimos ataques a El Aaiún, BuCraa, Cabo Bojador..., así como el realizado durante este último mes contra la localidad marroquí de Tan-Tan, demuestran la capacidad táctica y movilidad del ELP. La manera de combatir de los gueririlleros es la única capaz de llevar la iniciativa y movilidad en una guerra en el desierto frente a un Ejército regular que sufre cuantiosas pérdidas materiales y humanas, y un número interminable de prisioneros.

Por otro lado, en este tercer aniversario, todos los Gobiernos, partidos y organizaciones, así como los medios de comunicación, comprobarán en algún lugar de los territorios liberados de la RASD la alta moral y conciencia política que tienen todos los ciudadanos, su nivel de organización y eficacia interior sus avances a nivel cultural, sanitario y social en general, la incorporación de las mujeres jovenes y ancianos en la reconstrucción nacional. Todo ello es el resultado de la unión del pueblo saharaui realizada por el Frente Polisario que consiguió, en un tiempo récord, superar las contradicciones particulares en su sociedad y utilizarlas en impulsar la lucha de liberación nacional.

De ninguna coyuntura mejor que la actual dispondría el próximo Gobierno surgido de las elecciones legislativas del 1 de marzo para intervenir de manera resuelta en el conflicto. Ahora que se empiezan a notar síntomas de distensión en la zona, debería superar tiempos en los que tanto la política interior como exterior estaba en función de intereses particulares o de algún grupo de presión. En ningún caso nuestra diplomacia puede continuar condicionada por injerencias extranjeras o cierta política de chantaje (apresamiento de pesqueros, Ceuta y Melilla, Canarias ... ) para hacer una política en defensa de los verdaderos intereses nacionales.

Francia, por su parte, más pragmática y realista, quiere obtener el protagonismo, haciendo de intermediario en la búsqueda de una solución duradera que le garantice su influencia en una zona de tanta importancia geopolítica y tan n ea en materl as primas.

¿Es realista un cambio de la política oficial sobre el Sahara?: Es totalmente necesario. España no puede seguir manteniendo indefinidamente esta situación ambigua y de falso equilibrio. Un país que quiere construir una auténtica democracia debe asumir todas sus responsabilidades, tiene que reparar el daño causado a otro, resarcir a todo un pueblo de años de sufrimiento y exilio.

Alguien podría argumentar que el problema es muy complejo, que existen muy distintos intereses en juego; en definitiva, que es de difícil solución. Las Asociaciones de Amigos del Sahara y amplios sectores de nuestro pueblo, que desde un principio han mostrado su firme solidaridad, vieron que el llamado problema del Sahara es, ante todo, un problema de descolonización. Uno de los últimos casos del continente africano, quedando delimitado el derecho que todo pueblo tiene a decidir libremente su destino.

No se trata de intervenir ahora militarmente en el Sahara, sino de dejar con un mínimo de realismo político, el apoyo a los invasores y pasar a hacerlo con los que defienden su tierra y su libertad. El reconocimiento de la RASD, como Estado libre y soberano en la integridad de su territorio nacional, es el primer paso de una futura cooperacion economica y cultural, en el camino de estrechar los lazos de amistad y solidaridad que históricamente nos han, unido.

La RASD, expresión y realidad del derecho, y determinación de todo un pueblo que quiere acabar para siempre con cualquier forma de dominación colonial, es el principal elemento capaz de garantizar una paz duradera y un real equilibrio regional. Tiene la esperanza de que el embajador español no sea el último en presentar sus cartas credenciales; así lo deseamos nosotros también.

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