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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El escándalo Watergate, en versión de un protagonista clave

El 30 de abril de 1973, el entonces presidente Nixon, en un emotivo. discurso ante las cámaras de la televisión, anunciaba la dimisión de mis dos fieles servidores H. R. «Bob» Haldeman y John Ehrlichman (principal asesor en asuntos políticos domésticos y jefe del staff de la Casa Blanca, respectivamente) y el cese de John Dean, su controvertido consejero legal. Las dimisiones eran, en retrospectiva, la primera admisión pública de que el escándalo Watergate, surgido tras el allanamiento del cuartel general del Partido Demócrata el 17 de junio de 1972, había salpicado la misma Administración ejecutiva norteamericana,John Dean, el verdadero motor de las revelaciones en cadena en la prensa norteamericana, escribió su historia del escándalo pocos meses después que el propio Nixon, arrastrado ya por el escándalo, dimitiera un 8 de agosto de 1974. John Ehrlichman, más cauto, prefirió contar su, versión por medio de una fantástica novela, escrita a modo de roman à clef en la que, más o menos, responsabilizaba del más famoso escándalo político norteamericano a la CIA ya su ex director Richard Helms.

La agonía del poder

H. R. HaldemanGrijalbo, Barcelona 1978

El pasado año le tocó el turno a Bob Haldeman, una vez que los tribunales de justicia estadounidenses le hubiesen envíado a la cárcel por sus responsabilidades en el hecho. El libro (The ends of power) nos llega ahora a España traducido, por razones inexplicables, con el título de La agonía del poder. Esta versión del Watergate, aparte de proceder del hombre más importante en la Casa Blanca de Nixon, tras el propio presidente, ofrece la novedad inesperada de acusar implícitamente de los errores del escándalo al propio Níxon.

En su libro, Haldeman confiesa sentirse defraudado de Nixon y de la versión que éste ofreció de todo el escándalo en las entrevistas con el periodista británico David Frost. Por dicha razón, quizá, Haldeman arremete contra su antiguo jefe y le responsabiliza, indirectamente, de los puntos culminantes y más polémicos de todo el escándalo: la llamada massacre del sábado noche, durante la que Nixon se deshizo de su ministro de Justicia, Elliot Richardson, y el fiscal especial del caso, Archibald Cox, y del famoso gap de dieciocho minutos y medio aparecido en una de las grabaciones más importantes de las cintas de la Casa Blanca.

Pero el libro de Haldeman, cuya versión española quizá tan sólo falle por su aspecto más importante, la traducción, ofrece atractivos mucho más importantes para el lector en castellano. Es un documento histórico de incalculable valor para comprender la Casa Blanca de Richard Nixon por dentro, para entender el papel jugado por Heriry Kissinger (secretario de Estado) dentro de la política internacional de aquellos años tan decisivos que correspondieron a la guerra de Vietnam y las conversaciones de paz de París y para explicarse cómo un hombre tan insensible e inseguro como Richard Nixon pudo llegar a la presidencia norteamericana. Y un dato revelador de difícil confirmación (de hecho nunca ha existido): según Haldeman, bajo Richard Nixon el mundo vivió dos crisis nucleares nunca hechas públicas, que incluso fueron más delicadas que la de los misiles de 1962.

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