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Ugo la Malfa, encargado de buscar salida a la crisis italiana

Juan Arias

El presidente designado del Consejo de Ministros de Italia, Giulio Andreotti, presentó ayer su renuncia a formar Gobierno al presidente de la República, Alessandro Pertini, quien recibirá hoy al presidente del Partido Republicano, Ugo la Malfa, para encargarle una misión exploratoria para tratar de encontrar una salida a la actual crisis o para designarle directamente encargado de formar Gobierno.En el caso de que hoy se concrete esto último se tratará de un hecho sin precedentes en la Italia de la posguerra, ya que por primera vez la Democracia Cristiana (DC), partido de mayoría relativa, quedaría fuera de una misión de formar Gobierno, dejando paso a un «laico», término que se aplica en Italia a quienes no pertenecen a la DC.

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El único antecedente de esta fórmula inédita ocurrió cuando a finales de la década de los años sesenta el entonces presidente, Giusseppe Saragat, encargó una misión exploratoria a Alessandro Pertini (actual presidente de la República) en su calidad de presidente de la Cámara de Diputados. La misión de Pertini duró tan sólo dos días.

Los primeros comentarios sobre la posibilidad de que La Malfa consiga formar Gobierno son más bien pesimistas y los observadores consideran que las elecciones anticipadas son cada vez más inevitables.

Los observadores consideran que el «laico» La Malfa sólo podría conseguir formar Gobierno si la Democracia Cristiana renuncia a la presidencia del Consejo de Ministros, acepta entrar en un Gobierno que no dirige, o bien lo apoya desde el exterior. Sin embargo, los observadores señalan que difícilmente se resignará la DC a perder la jefatura del Gobierno.

[PP] Página 5

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Unas elecciones anticipadas parecen inevitables en Italia

Ayer tarde la dirección de la Democracia Cristiana tomó nota de que la propuesta avanzada por el presidente encargado del Consejo de Ministros, Giulio Andreotti, para formar un Gobierno «paritario», es decir, con la mitad de ministros democristianos y la otra mitad «laicos», pero de los cuales ninguno fuera inscrito al Partido Comunista, había sido aceptada por el Partido Socialista, el Partido Republicano y el Partido Socialdemócrata, pero rechazada por el Partido Comunista.La dirección, después de haber resaltado la importancia política de la solidaridad nacional, ha dado mandato al secretario general de la DC, Benigno Zaccagnini, y a su delegación para que «hagan todos los esfuerzos posibles para evitar elecciones anticipadas, las cuales harían más difícil la recuperación de la economía y la lucha contra el terrorismo».

El día anterior, la dirección del Partido Socialista había planteado en diez puntos su política ante la crisis. Como los democristianos, los socialistas de Bettino Craxi insisten en la necesidad de evitar nuevas elecciones, en la validez de la política de unidad nacional, rechazan la posibilidad de una vuelta al «centro izquierda » y piensan que es aún posible intentar un Gobierno que reúna de nuevo a los cinco partidos de la pasada mayoría.

Las hipótesis que se manejan para superar la crisis, al margen de las declaraciones oficiales, son las siguientes:

El presidente Pertini, para contentar a los socialistas, encarga de formar Gobierno a un laico, pero todos están de acuerdo en que ningún laico está en condiciones de conseguir formar Gobierno.

Fracasado este laico, Pertini hará un nuevo encargo a un democristiano, posiblemente Flaminio Piccoli, presidente de la DC y sucesor de Aldo Moro, o bien al actual ministro de Asuntos Exteriores, Arnaldo Forlani. Como tampoco se podrá formar un Gobierno si los comunistas y los socialistas siguen en sus trece y, sobre todo, s¡ los democristianos siguen sin aceptar, como lo han repetido ayer, que no se puede formar un Gabinete con ministros comunistas, la única salida que queda entonces sería que los socialistas, que temen muchísimo las elecciones políticas antes de las elecciones europeas, aceptasen lo que ya se ha empezado a llamar, según la clásica tradición italiana de las fórmulas mágicas, una «izquierda-centro», que sería al mismo tiempo una mayoría de «cuatro quintos». Es decir, un Gobierno con democristianos, socialistas, socialdemócratas y republicanos, mientras los comunistas pasarían a la oposición. Otra hipotética salida sería un Gobierno «puente» que permita llegar a las elecciones europeas. Sería un Gobierno formado por democristianos, republicanos y socialdemócratas, con la abstención de los socialistas.

En caso que ninguna de estas solucion el fuese factible, volvería a presentarse al Parlamento el actual Gobierno dimisionario de Andreotti, para recibir el encargo provisional de preparar las nuevas elecciones políticas, que tendrían lugar a finales de abril, antes de las europeas. Esta es actualmente la alquimia de la política italiana, que no acaba de resolver el dilema de un Partido Comunista, que es el más fuerte de Europa occidental, al cual los demás partidos y sobre todo la Democracia Cristiana no desean ver en la oposición porque el país podría ser ingobernable, pero al mismo tiempo no se atreven a abrirle las puertas del Gobierno. Hay quien dice que por miedo a Estados Unidos, aunque otros piensan que es sólo por miedo a perder un poder que la Democracia Cristiana considera «hereditario» y «para siempre».

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