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La URSS controla las finanzas de los comunistas franceses a través de un banco

La semana próxima se pondrá a la venta en las librerías de este país un nu evo libro sobre las finanzas del Partido Comunista Francés (PCF), cuyo título, Los secretos de la banca soviética en Francia, ya revela la orientación. El semanario L'Express apareció ayer; adelantó la noticia con la publicación de un capitulo del libro, apoyado por un editorial excepcionalmente amplio del director de la misma, Jean François Revel. El despliegue efectuado por el semanario referido tiene por objeto revelarles a los franceses «los fundamentos económicos de las posiciones políticas de los comunistas galos». El señor Revel, de antemano, justificó la extraordinaria publicidad que su revista le concede a este tema de la «dependencia económica del PCF» de los comunistas soviéticos con tres razones esenciales:

Primera: el PCF, en honor a la información democrática, debe ser objeto de examen en este dominio, como los hombres políticos y las entidades capitalistas. Segunda: la hipocresía que comparten todas las corrientes políticas galas a la hora de las finanzas; y tercera: hace poco más de tres semanas, el secretario general del PCF, Georges Marchais, en una rueda de prensa radiofónica, en la que participaban representantes de toda la prensa nacional, los difamó a todos ellos al insinuarles que el primer ministro, Raymond Barre, les pagaba para que le plantearan preguntas oportunas (particularmente, el señor Revel, en la misma emisión, fue tratado de canalla por el señor Marchais).Según el libro antedicho de Jean Montaldo, los lazos financieros entre Moscú y el PCF se centran en la Banca Comercial para Europa del Norte (BCEN). Este banco, con sede en París, en un 99% es propiedad del Estado soviético, quien, en definitiva, a través de la embajada de la URSS en París, nombra sus dirigentes supremos y controla todo el dinero del PCF. Las ventajas económicas que dicho banco le procura a los comunistas galos, según el documento ya evocado, se realizarían por tres conductos principalmente:

En primer lugar, a través de los intercambios comerciales con los países del Este. (La BCEN sirve de intermediaria a múltiples sociedades de los comunistas o de amigos de los comunistas franceses, que le ofrecerían comisiones al PCF.)

El segundo circuito es inverso: no son los soviéticos los que le hacen ganar dinero al PCF, sino las 219 cuentas corrientes del partido y las doscientas aproximadamente de la CGT, central sindical de tendencia comunista. El tercer circuito, económico: Moscú-París; serían las facilidades de crédito que le concede la BCEN a los comunistas, particularmente a su sector de prensa y edición, deficitario.

Si durante los últimos años las relaciones URSS-PCF han conocido altos y bajos, parece ser que, en el plano económico, los lazos han sido siempre los mismos y han estado siempre garantizados por dos personajes inamovibles: el tesorero del PCF, Georges Gosnat, y VIadimir Ponomarev, vicepresidente-director general de la banca. Estos dos responsables y la embajada soviética en París, asegura L'Express que son quienes realmente deciden sobre el funcionamiento político-ideológico del PCF, a partir de las finanzas que conttola la BCEN.

Este mismo tema, con la BCEN como protagonista de la tesorería del PCF, ya se ha tratado en varios libros en Francia: el último El dinero secreto, de André Campana apareció en víspera de las últimas elecciones legislativas. La novedad, en esta ocasión, según L'Express, la ofrecerían los cuatrocientos kilos de documentos originales conseguidos por el autor para elaborar su obra.

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