Gabrieli, Frescobaldi y Mozart

José Ramón Encinar es un músico excelente. Su larga labor como director de música contemporánea no descuidó nunca la formación junto a las grandes partituras de todo tiempo. Ahora, en concierto de la serie de música de cámara y polifonía de la Orquesta Nacional, ha abordado un programa de extraordinaria belleza. Música de los dos Gabrieli y Frescobaldi, para la primera parte; la gran Serenata en si bemol, KV 361, de Mozart, para la segunda.No ignora Encinar que la perfecta preparación de un programa así exige, de comienzo, la existencia continuada de un grupo especializado. Pero como estamos al principio de una aventura que ojalá no se quiebre, el joven compositor hizo muy bellas cestas con los mimbres que tenía. Mimbres, por otra parte, de tanta calidad como son los veinticinco profesores de la ONE que intervinieron. La limitación está, entonces, en el número de ensayos y en un hábito, que no otra cosa viene a ser la especialización.

Sabe muy bien Encinar el qué y el cómo de Andrea y Giovanni Gabrieli y de Girolamo Frescobaldi, a los que aprendió a querer y entender durante sus años de estudio en Italia con Franco Donatoni. Conoce igualmente el espíritu de este Mozart en el que lo «pequeño» se torna «grande», lo que nació como divertimento se ha convertido, por su mismo valor, en trascendental.