Reclamar a TVE

He tratado de seguir el viaje del Papa a México y, en concreto, su intervención en la Conferencia de Puebla, sucesos que, como cristiano y observador asiduo de la realidad nacional y mundial, considero como de primera magnitud. Respalda esta afirmación el hecho de que los grandes rotativos de todos los países -entre los que le incluyo-, vienen suministrando información cumplida, así como las grandes emisoras de Televisión, al menos -y ello me consta- las grandes cadenas norteamericanas y la ORTF francesa, que llegó a transmitir en directo e íntegramente la misa que Juan Pablo II oficio en el santuario de Guadalupe, o las multitudinarias manifestaciones que provoca a su paso por todos los lugares.Paradójicamente, estoy comprobando que Televisión Española se viene conformando con unas crónicas enclenques, reiterativas y de escasa definición informativa. Pues, bien, por ver si podía paliar de algún modo esta incompetencia de TVE, quise llamar a Prado del Rey el pasado 28 de enero para mostrar mi extrañeza y animar a los responsables de ese organismo a que me sacaran de la desinformación en la que en este tema estoy sumido. Paso a relatar la conversación telefónica:

-«¿Televisión Española?

-Sí, dígame.

-Mire, desearía hablar con alguien responsable de la programación informativa, o bien con alguna persona que recoja y se haga eco de las sugerencias del público.

-Le paso.

Voz femenina:

-Dígame.

-Verá, estoy viendo el telediario y he comprobado la parquedad con que reseñan un hecho de la magnitud de la visita del Papa a México y su intervención en Puebla. Creo que recojo la opinión de muchos espectadores, cristianos o no, si le digo que la información que están dando de este viaje no responde a las exigencias de un organismo público informativo como TVE; es un fraude al público...

-Oiga -la misma voz femenina-, es que yo pasaba por aquí... No hay nadie de la redacción.

-Pues póngame con alguien de alguna responsabilidad.

-Es que no hay nadie -la voz femenina-, llame usted mañana. Tengo muchas llamadas, lo siento.

-Como usted comprenderá, no voy a estar llamando todos los días para decirles algo que ya debían haber pensado en esa casa. De lo contrario, exigiría un sueldo y un despacho.»

Es decir, que además de la desinformación a que nos someten, nadie se hace responsable. En suma, el público está indefenso ante este monstruo de mil cabezas (cabezas muy ocultas, se sobreentiende).

Y si la falta de información en este tema es algo ya irremediable -imagino que debido a los complejos de los señores UCD, ya que creo que el PSOE hubiera dado mucha más información, aun cuando sólo fuera por razones políticas-, creo que la segunda cuestión admite todavía remedio: la designación -pero parlamentaria, oiga, nada de dedos UCD- de una especie de «ombudsman televisivo», un señor que recoja toda la información del público, la canalice y, en su caso, la defienda. Que no tenga que ser una señorita «que pasaba por allí» y a la que todo le suena a músicas celestiales.

Y si no, que no hablen de «feedback» y derechos o participación de las audiencias en el proceso informativo.