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Cinco presuntos etarras ingresan en la cárcel de Pamplona

Al mediodía de ayer ingresaron en la prisión provincial de Pamplona Alberto Biurrun, Miguel Argilés, Francisco Garatea, Rufino Alastuey y María Asunción Guelbenzu, después de pasar a disposición judicial, acusados de pertenecer a presuntos comandos de ETA militar. Carlos Catalán y Francisco Javier Martínez Apesteguía fueron trasladados en la madrugada de ayer a la Audiencia Nacional, en Madrid, para ser puestos a disposición del Juzgado Central número dos.En medio de grandes medidas de seguridad, Biurrun, Argilés, Garatea, Alastuey y Guelbenzu fueron trasladados desde la comisaría de policía de Pamplona para declarar ante el juez de instrucción, sin que sus abogados defensores pudieran estar presentes durante las declaraciones. A primeras horas de la tarde, el juez decretaba que los cinco detenidos ingresaran en la cárcel de Pamplona, al menos durante tres días, permaneciendo durante este tiempo incomunicados. Unas horas antes, Catalán y Martínez Apesteguía eran trasladados a Madrid, mientras que a Miguel Cabodevilla Eraso se le enviaba a Sevilla, en donde fue detenido la pasada semana, y posteriormente a Madrid.

Biurrun, Argilés, Garatea, Catalán y Martínez Apesteguía fueron detenidos por la policía francesa en Bayona el pasado 31 de enero y entregados a las autoridades españolas. Según fuentes policiales, Carlos Catalán sería el responsable del comando Txindoki, de ETA militar, y habría participado en la muerte de cinco miembros de los cuerpos de seguridad del Estado. En cuanto a Francisco Martínez Apesteguía, la policía le considera como el presunto autor de la muerte del comandante Imaz, así como sospechoso de haber participado en la muerte del inspector Baena, el 11 de enero de 1978 en Pamplona.

Sin embargo, esta nueva versión policial no coincide con una nota del gabinete de prensa de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao, hecha pública el 12 de enero de 1978, en la que se señalaba que varios inspectores de policía habían efectuado un registro en un piso habitado por militantes de ETA militar en Pamplona el 11 de enero de 1978, sobre las 15.30 de la tarde, y que «cuando se retiraban los inspectores, se produjo un tiroteo en la calle con dos militantes de ETA, ocupantes del piso, sito en el barrio de San Jorge, resultando muertos el inspector del Cuerpo General de Policía, José Manuel Baena y sus ocupantes, Marlano Pérez de Villaspre y Ceferino Sarasola Arregui, que portaban sendas pistolas Browning, calibre nueve milímetros parabellum».

Por lo que respecta a Carlos Catalán, considerado por la policía como uno de los dirigentes de ETA militar en Navarra, fuentes próximas a refugiados vascos han señalado a EL PAÍS que «Catalán ni pertenece ni ha pertenecido nunca a ETA». Por otro lado, sus familiares han dirigido una carta a los medios de comunicación, en la que rechazan las acusaciones de la policía contra Carlos Catalán y esperan poder demostrarlo ante la justicia.

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