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Abrumador "sí" de la minoría blanca rodesiana a la nueva Constitución

El Parlamento rodesiano se reunirá la semana próxima para aprobar la nueva Constitución, masivamente respaldada en referéndum por la minoría blanca y destinada a hacer posible un Gobierno de mayoría negra tras las previstas elecciones por sufragio universal del 20 de abril.

En Londres, como en Salisbury, no ha sorprendido tanto el esperado «sí» de la población blanca, cuanto su magnitud, seis votos a uno, que le otorga una dimensión de éxito personal para el primer ministro lan Smith. A falta de datos finales, las tres cuartas partes del censo de 90.000 votantes acudieron a las urnas y de ellos el 85% apoyaron el proyecto constitucional que, en teoría, pone fin a noventa años de dominio blanco sobre una población de seis millones y medio de negros.En la capital rodesiana, un Smith jubiloso ha declarado que con la aprobación del referéndum, los europeos han conseguido las mayores ventajas posibles en el futuro Zimbaue. De hecho, la Constitución reduce, pero no elimina en absoluto, el poder del cuarto de millón de blancos que todavía permanecen en el país. La habilidad política de lan Smith y la escasa fuerza real de los nacionalistas que comparten el Gobierno interino con él han hecho posible que la minoría blanca disponga de veintiocho escaños en una cámara de cien asientos y que, al menos durante cinco años, esta misma minoría mantenga el control sobre la Administración civil, el Poder judicial y las Fuerzas Armadas y de Seguridad.

El referéndum, sin embargo, dista de haber despejado el horizonte rodesiano, sobre el que planean ahora mismo dos interrogantes fundamentales. Uno, si van a ser posibles las elecciones del 20 de abril en un país bajo la ley marcial y donde la guerrilleras que, bajo las órdenes mente, sobre todo en las áreas rurales. Dos, si es viable el funcionamiento y la superviviencia del Gobierno mixto, dominado por la mayoría negra, que ha de surgir de estos comicios.

Para el señor Smith, ahora como siempre, ganar tiempo es vital, convencido como está de que si se celebran elecciones el nuevo Gobierno puede obtener el reconocimiento internacional que conduzca al levantamiento de las sanciones que ahora asfixian la economía rodesiana. El apoyo de la poderosa República Surafricana, el peso de las presiones conservadoras norteamericanas y británica y, quizá, el visto bueno de los regímenes africanos más derechistas son los elementos básicos con que el primer ministro blanco cuenta en su estrategia para desactivar la combatividad del Frente Patriótico.

Dos hechos importantes, sin embargo, contrapesan el cuadro descrito. Por un lado, el ininterrumpido éxodo de la minoría blanca, que en 1978 ha llegado casi a las 19.000 personas, la cifra más alta nunca registrada. Esta sangría compromete no sólo la supervivencia económica de la Rodesia de lan Smith, sino también la misma dirección militar del conflicto. Por otro, la demostrada falta de apoyo popular de los nacionalistas internos Muzorewa y Sithole, cuya fuerza futura se contempla cada vez más en función de sus respectivos «ejércitos privados».

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