La muerte, de un periodista
Escasas horas han pasado desde el enterramiento de nuestro compañero Alejandro Víctor Safián periodista argentino de 36 años de edad y exiliado en esta tierra desde hace algo más de treinta meses.Esta muerte violenta -ya que Safián decidió suicidarse- nos lleva a reflexionar. Gracias a la gestión de nuestros compañeros y la dirección de EL PAÍS, esta reflexión puede ser compartida.
¿Por qué Alejandro tomó esta extrema y violenta decisión? La respuesta no es fácil. Es imprescindible rescatar algo de su historia. La introversión era su característica personal con la que uno chocaba al tomar relación. Esta forma de ser lejos de hacerlo un hombre indiferente, lo había convertido en un eterno preocupado por todas las cuestiones que un periodista es capaz de recibir, acumular y procesar, a partir de que un medio de difusión es un poco el receptáculo de la realidad cotidiana.
A partir del golpe militar del 24 de marzo de 1976 en Argentina, Alejandro advirtió que el cerco se cerraba y, los problemas adquirían una dimensión jamás vívida en nuestro país. Específicamente, el Gremio de prensa recibió casi la mayor cuota de represión militar y los periodistas pasaron a ser «noticia». Desde entonces, los asesinatos «desapariciones». cárcel y tortura fueron elementos con los que debimos «acostumbrarnos» a convivir.
Alejandro un común luchador de las libertades de todo tipo vio que el cambio de la «metamorfosis» de nuestra patria le estaba ahogando. Y decidió, junto con más de medio millar de colegas, emigrar a tierras tranquilas y cercanas, en lo histórico, la lengua, etcétera.
Así fue que con dolor y esperanza llegó a España.
El peregrinaje fue largo, penoso. El permiso de trabajo, la residencia y el trabajo estable fueron sus eternos ausentes. El lo comprendía, entre otras cosas, porque desde que llegó a Madrid todo el mundo le hablaba el paro, «la cantidad exorbitante de emigrados suramericanos» y otras cuestiones de menor cuantía.
Alejandro no lo pudo soportar y optó por el camino más difícil, aunque algunos opinen lo contra rio. Nosotros, que lo lloramos, también lo comprendemos porque ,fundamentalmente era un ser humano, de aquellos con una sensibilidad muy desarrollada.
¿Quién es el culpable? ¿La sociedad, como habitualmente se dice? ¿Alguien en particular? Modestamente, nosotros creemos que la Junta Militar argentina, acusadada internacionalmente de la muerte, secuestro y prisión de miles y miles de argentinos y extranjeros -también españoles-tiene algo que ver en este asunto. El exilio es una suerte de prolongación de la violación sistemática de los derechos humanos.
Esta es nuestra opinión y la queríamos hacer saber al pueblo español que siempre ha sido activamente solidario con nuestra lucha y nuestros problemas.
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