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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Volver a investigar

Si investigar en este país es llorar, nada más claro cuando ni siquiera su quehacer es factible. Me estoy refiriendo en concreto a aquellos investigadores que tras sus años de labor investigadora aquí, y luego en el extranjero, vuelven y encuentran que no hay un lugar para ellos. Es una situación que se puede vivir en nuestros centros de investigación a poco que escarbemos.Hay varias situaciones futuribles a las que enfrentarse cuando una persona se va al extranjero a investigar: 1) No volver e intentar continuar su labor fuera de aquí; 2) volver a sabiendas de que hay posibilidades, normalmente en virtud de una dependencia jerárquica pactada tácitamente, implicando que un «jefe» suficientemente poderoso le apoyará a su regreso; y 3) volver con la incertidumbre del qué pasará, con un grado de seguridad bastante inferior al de la situación anterior.

La primera postura es la más inteligente a nivel individual, a largo plazo, si se es capaz de competir por un puesto con los ciudadanos del país, y de soportar la mentalidad de «emigrado» que normalmente ello supone. La segunda es más beneficiosa para estos individuos privilegiados (y lo digo sin ningún sentido peyorativo para los casos justos) y para la investigación nacional, porque, al menos se incorporarán en su propio país a la tarea investigadora sin tantos traumas que el resto. La tercera es la peor para los afectados, porque sufrirán, y para la sociedad española, porque supone la presencia de un nuevo sector de individuos sin trabajo y con unas posibilidades de frustración muy altas, dado lo especializado de su formación y la ilusión casi romántica que hay que tener, ya demostrada al decidir introducirse en este mundo.

Si cualquier proyecto oficial de investigación no se preocupa, antes que nada, de los investigadores que no vuelven o de los que vuelven a la buena de Dios, no habremos hecho nada. Por muchos millones que se cacareen, podría ser simplemente un despilfarro más sobre otro, de por sí ya inexplicable.

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