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La paz en el País Vasco es requisito para evitar la decadencia

Con el ofrecimiento de «nuestro servicio permanente al Gobierno en todos los campos y en especial en el del logro de una hacienda autónoma» finalizó su discurso Antón de Madariaga, nuevo presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, en el acto de presentación del programa que el equipo por él presidido propone para la corporación empresarial vizcaína.El señor Madariaga, tras un repaso a la actual coyuntura económica en el País Vasco, se había detenido a analizar la diferencia entre los recursos fiscales obtenidos por la Administración en Euskadi y lo revertido en bienes y servicios públicos, diferencia que fijó en un 30 %, aproximadamente. En opinión del nuevo presidente, «la falta de una hacienda propia, con un sistema fiscal adecuado, se ha hecho sentir pesadamente en el sector público, con motivo de notorias deficiencias en las zonas más industrializadas y densamente pobladas». Este déficit de inversión de utilidad pública ha creado, por otra parte, «graves estrangulamientos económicos y ha sido una de las causas del desánimo empresarial».

Ese desánimo, que el señor Madariaga cuantificó en base a los resultados de un sondeo realizado por la propia Cámara en torno a las actuales expectativas, deberá ser contrarrestado mediante la «adaptación a la nueva situación democrática». La propia Cámara tiene que realizar un esfuerzo en este sentido «recuperando en primer lugar la representatividad, el entronque con los intereses de la colectividad y las funciones que tuvo en el pasado».

Respecto a la incidencia del Estatuto de Autonomía, «no es aconsejable tratar de desarraigar de una manera precipitada raíces tan profundas, pretendiendo imponer un modelo autonómico y descentralizado de la noche a la mañana», dado que «el modelo centralista impuesto a comienzos del siglo tiene casi 150 años de existencia».

Con la ayuda de los organismos autonómicos y desde una filosofía de renovación, la Cámara deberá abordar, fundamentalmente, la reconversión industrial del País Vasco y la reordenación territorial correspondiente, «principales retos a los que habremos de hacer frente». Para ello, a su vez, «la pacificación es un requisito indispensable si se quiere evitar un proceso de decadencia que resultaría irreversible», por lo que «consideramos imprescindible hacer una llamada a la responsabilidad de las diferentes fuerzas económicas, políticas y sociales para evitar conflictividades innecesarias».

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