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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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El proceso

Carmen Díez de Rivera, el padre Llanos y yo nos reunimos de vez en cuando a almorzar -ni siquiera periódicamente, no se sabe cómo se gestan estos almuerzos- y yo observo a estos dos seres, dulce y pacíficamente marginales, con amistad y amor.Ayer estuvimos juntos en cualquier tabernón madrileño. José María de Llanos («no me llames cura») me llama a veces con su voz débil de lejanía y edad. Quedamos para el almuerzo. El padre Llanos fue el primer abanderado sin bandera de una Iglesia que quería romper con sus mármoles, romper sus mármoles. El anti-Teilhard de Chardin, el jesuita que no veía el cuerpo místico de Cristo envolviendo el mundo (aunque quizá lo vea), sino el cuerpo menesteroso del proletariado. Y huyó del churrigueresco ideológico de Loyola hacia el bajorrománico orinado de las chabolas de Vallecas.

Carmen, Carmen Diez de Rivera, la mujer/enigma de la España democrática, se ha arrancado a sus gules heráldicos para cruzar religiones, continentes, partidos políticos, patrias: enfermera en Africa de niños incurables, que también suben al cielo todos los negritos buenos, secretaria de Suárez, niña bien/niña mal de Serrano, agnóstica e irónica, hoy, más bella que nunca, sin ponerse ya otra cosa que un traje vaquero, Leda ilesa del cisne socialista que muere cantando a Hegel por boca de Tierno.

Carmen y Llanos. Dos seres, en fin, que han escapado al proceso, e incluso a El proceso de Kafka, ahora presentado teatralmente en Madrid. Un viejo cura y una joven aristócrata que pudieron serlo todo en la vida española, y que han elegido a tiempo, no como Josep K., se han marginado a tiempo sin alardes, como nada alardeante es el feminismo de ojos claros de Carmen Diez de Rivera. Les observo, mientras comemos cualquier plato del día, como dos cuerpos de luz, seres incorruptos, criaturas privilegiadas de Juan Ramón. El viejo cura de boina que vierte en Metro, la joven duquesita (o lo que sea) que hace la crítica dialéctica de la izquierda/ derecha en voz baja de salón de té. Como si estuviéramos los tres en Embassy.

Llaman a la puerta y entra en mi casa un barroco guerrero, un encendido mílite, un híbrido de embajador y dictador, personaje de autoridad y óleo: podía haber sido el cobrador de la luz, pero es un cuadro de Eduardo Roldán, pintor y amigo que también escapó a tiempo del proceso, se negó a entrar en el juego, no se dejó empapelar (de catálogos o de expedientes: es lo mismo) y me dice una delIciosa ironía:

-Querido Paco, un abrazo desde mi torre de marfil de parado.

Sólo se salvan, sólo nos salvan, sólo nos salvamos ya en estos seres, hombres y mujeres, que no han querido ser ese Josep K. vestido de tergal, ese Franz Kafka, judío y sobrenatural, prohibido aún hoy en su Praga por la Administración soviética (o sea que el proceso sigue). Sólo ellos.

Finalmente, por la noche, voy al estreno de: El proceso. Kafka, Peter Weiss (la mejor prosa, alemana de postguerra), Adolfo Marsillach, Gutiérrez Aragón, Haro-Tecglen, Nieva, Sacristán, Charo Soriano, Maite Blasco: todos. A Gutiérrez Aragón, hombre de cine, le ha pesado casi obsesivamente El proceso (inolvidable) de Orson WeIles. Yo diría que ha gravitado más sobre él la película que el libro. Es igual. Ahí está el ejecutivo, el empleado de Banco, ahí está Kafka, el segundo judío, después de Cristo, que hace de cordero y sangra los pecados del mundo. ¿Entramos en el juego de la Administración (la Administración es cósmica) o nos vamos. a una tabernita/madriles con los jesuitas liminares y las infantitas crecidas que viven hoy dentro de su abanico? Me parece que lo ha dicho Sánchez-Espeso, ex jesuita, ganador del último Nadal:

-La Compañía de Jesús está a punto de cerrar.

Habrá sido él o habrá sido otro. La Compañía de Jesús ha hecho grandes pr ocesos criminosos a la humanidad. La tela salvífica y teillardiana va siendo ya tela de araña que se seca y cae (como dice Onetti. de la desgracia). Toda nuestra sociedad, incursa en proceso, se procesa a sí misma teatralmente, como en una ordalía. La Administración monta y escenifica lo más aberrante de la Administración. La catarsis ha cerrado su círculo. Prefiero el triángulo con el cura y la progre. La amistad Dara nada. El cocido de la casa.

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