Bulgaria sigue siendo el baluarte soviético en los Balcanes
El jefe del Estado soviético, Leónidas Brejnev, concluyó ayer su visita oficial a Bulgaria, trasladándose a «un lugar» de la Unión Soviética, probablemente alguno de los balnearios frecuentados por el máximo dirigente de la URSS en el Mar Negro.Las entrevistas entre Brejnev y Todor Zikov, fíel entre los Fieles a la política soviética, culminó con una llamada a la solidaridad internacional socialista.
La política de estrecha colaboración entre Moscú y Sofía, determinada en el XI Congreso del PC búlgaro, en marzo de 1976, no se ha desviado ni un ápice. En aquella ocasión los comunistas búlgaros aceptaron la «unidad total de conceptos y acción con la URSS».
Desde entonces, la cooperación búlgaro-soviética no ha dejado de acrecentarse. Sofía comercia en un 80% con el Comecon y el 55 %de ese intercambio es exclusivo con la URSS.
Medios informativos yugoslavos afirmaron que la visita de Brejnev a Bulgaria tenía como objetivo impulsar la integración de ambos paises. Pero desde el año 1975, Zikov repite que su país no se convertirá en una República de la URSS.
La «alerta» yugoslava estaría motivada por un previsible empeoramiento (le las relaciones entre Sofía y Belgrado en torno al tema de la población macedonia, cuya nacionalidad reivindica Bulgaria y que es respaldada en todo momento por la URSS, e incluso, como ha expuesto el disidente y antiguo número dos yugoslavo, Milovan Djilas, Moscú guarda la cuestión macedonia para explotarla a la desaparición de Tito.
El viaje de Brejnev sobrepasa la mera formalidad, como lo demuestra el hecho de que fuese acompañado por Constantin Chernienko, uno de los tres benjamines del Buró Político del PCUS, junto a Cherbiski y Romanov, que parece haber ocupado la plaza de Fedor Kulakov, fallecido el pasado mes de julio, en cuanto a las preferencias de Brejnev de cara a su sucesión. Recién ascendido a las altas esferas del PC soviético, Chernienko comienza in situ el aprendizaje
El viaje no puede separarse de las medidas militares restrictivas, anunciadas por Rumania y Polonia. Bien pudiera ser que Brejnev haya solicitado mayor contribución búlgara al Pacto de Varsovia, lo que iría en detrimento de su tasa de crecimiento, que espera un alza importante durante el presente plan quinquenal 1976-80. Pero la fidelidad al «hermano mayor soviético», según palabras de Zikov, es una cuestión prioritaria reconocida por la Constitución.
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