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El Parlamento aplaudió al Rey en el acto de la sanción solemne de la Constitución

Don Juan Carlos sancionó ayer con su firma la Constitución española de 1978 ante los miembros de las Cortes y los representantes de altas instituciones civiles, militares y religiosas. En el discurso que siguió a la sanción, el Rey expresó «ante el pueblo español, titular de la soberanía nacional», su decidida voluntad de acatar y servir la Constitución. Los parlamentarios y el público, que recibieron con aplausos la llegada de los Reyes y el Príncipe de Asturias, ovacionaron larga e intensamente en el instante de la firma y al final del discurso de don Juan Carlos, excepto los parlamentarios del PNV, que se pusieron respetuosamente en pie, pero permanecieron pasivos. Informa Bonifacio de la Cuadra.

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Una hora antes de iniciarse la ceremonia, el presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil visitó el hemiciclo, en donde ya se encontraban unos cincuenta parlamentarios, en su mayoría sena dores reales y diputados de Unión de Centro Democrático (UCD) Las tribunas de invitados comenzaban ya a llenarse. De entre lo primeros representantes de alto organismos en acceder a su tribuna, destacaron los de carácter judicial, con el presidente del Tribunal Supremo, Angel Escudero del Corral, a la cabeza, y con la presencia también del fiscal general del Reino -a partir de la vigencia de la Constitución, fiscal general del Estado-, Juan Manuel Fanjul.

Aplausos al conde de Barcelona

Poco antes de las once y cuarto, los miembros de la familia real ocuparon su tribuna. En primera fila se sentaron los condes de Barcelona, y a su derecha, las infanta Elena y Cristina. Al llegar don Juan de Borbón a la tribuna, desde el hemiciclo, los senadores de designación real Víctor de la Serna, Camilo José Cela y Joaquín Satrústegui iniciaron un aplauso, que fue seguido por una extensa parte de los parlamentarios de la zona correspondiente a UCD y también por algunos de la izquierda, entre ellos el socialista Enrique Tierno. Don Juan correspondió al saludo. Poco después, Antonio María de Oriol se dirigió desde su tribuna, vecina a la de don Juan, a cumplimentar al padre del Rey, ante el que inclinó la cabeza. Más tarde, el presidente del Congreso, Fernando Alvarez de Miranda, se trasladó, unos momentos a la tribuna real para conversar con el conde de Barcelona.

A las once y media, el hemiciclo se encontraba prácticamente lleno. De los 350 diputados y 248 senadores, apenas faltaba ninguno. Entre las ausencias cabe destacar lá de la diputada comunista Dolores Ibárruri -actualmente de viaje en Moscú- y el representante de la izquierda abertzale, Patxi Iturrioz. La mayoría de los parlamentarios cumplían la indicación del traje oscuro. Entre los escasos diputados sin corbata destacaba el líder de UGT, el socialista Nicolás Redondo, que contrastaba con el líder de la otra gran central sindical, CCOO, el comunista Marcelino Camacho, con corbata oscura, traje y chaleco.

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En el banco azul se encontraban todos los miembros del Gobierno, a excepción de su presidente, Adolfo Suárez, que, en unión de los presidentes de las Cortes y de las Cámaras y del líder de la Oposición, Felipe González, recibieron al Rey en la entrada principal del palacio. El vicepresidente primero del Gobierno y ministro de Defensa, teniente general Manuel Gutiérrez Mellado, vestía de paisano.

Pocos instantes después de las once y media aparecieron los maceros que precedían a los Reyes y al príncipe de Asturias. Los parlamentarios, puestos en pie, aplaudieron a don Juan Carlos, que vestía uniforme del gala de capitán general, acompañado por doña Sofía, que llevaba un vestido rosa, cubierto de un abrigo del que se despojó antes de aparecer en el hemiciclo.

La firma

El acto se inició con el discurso del presidente de las Cortes, que duró unos veinte minutos y cuyo resumen ofrecemos en la página siguiente. Los parlamentarios aplaudieron al señor Hernández Gil, que en algunos momentos dé sus palabras había dado muestras de emoción. Asimismo, cuando firmó previamente al Rey el texto constitucional, comentó: «Es la primera vez que me tiembla el pulso.» Cuando don Juan Carlos estampó su firma en el original de la Constitución con destino al Boletín Oficial del Estado, de nuevo se produjo el aplauso del hemiciclo y las tribunas, con los diputados y senadores en pie. Faltaban unos minutos para el mediodía. A continuación, don Juan Carlos pronunció un breve discurso -qúe publicamos íntegramente en la página siguiente-, seguido atentamente desde los escaños y las tribunas y sólo levemente alterado por los disparos de las máquinas fotográficas de los reporteros. Al final, de nuevo los parlamentarios aplaudieron e igualmente desde las tribunas -incluida la real- se ovacionó el discurso de don Juan Carlos. Terminado el acto parlamentario, el Rey, la Reina, el Príncipe y las infantas se dirigieron al salón de los Pasos Perdidos, en donde estrecharon la mano de numerosos parlamentarios e invitados, y don Juan Carlos departió con muchos de ellos. En el mismo lugar las Mesas de ambas Cámaras entregaron a don Juan Carlos, a su llegada al palacio de las Cortes, una placa conmemorativa del acto.

Finalmente, fuerzas de los tres Ejércitos, de la Guardia Civil y de la Policía Armada desfilaron ante los Reyes, el Gobierno y los parlamentarios. Se oyeron vítores al Rey y aplausos.

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