Una mujer y sus tres hijos, asesinados en Barcelona
Cinco personas, de ellas tres niños, fueron halladas muertas en la mañana del pasado domingo, víspera de Navidad, en un inmueble del ensanche barcelonés. Todos los indicios señalan que se trata de un presunto cuádruple asesinato, seguido del suicidio de su presumible autor.El presunto homicida y suicida es Fernando Ferrer Sanjuán, de 34 años de edad, profesor, en situación de paro, quien vivía separado de su esposa e hijas, actualmente residentes en Venezuela y para las cuales dejó una carta de despedida, hoy en manos del juez. La primera víctima fue Dolores Guajardo Guajardo, de 35 años, enfermera, separada legalmente de su esposo y madre de tres hijos. Estos tres niños, Manuel, Luis y José María, de cinco, ocho y nueve años de edad, respectivamente, fueron las tres víctimas restantes.
En un primer momento los hechos aparecieron como una explosión de gas. En efecto, sobre las nueve y media de la mañana del domingo, en el piso sexto, tercera puerta, del inmueble sito en la calle Córcega, número 56, se produjo una fuerte explosión que derribó la pared exterior del piso, lanzando cascotes que incluso llegaron a incrustarse en las persianas de pisos del edificio de enfrente, mientras que gran parte de la pared y utensilios domésticos caían a la calle.
Al acudir los bomberos y las fuerzas de orden público pudo comprobarse que se trataba de una explosión de gas, pero que ésta era consecuencia de un intento de suicidio, que, a su vez, aparecía como la culminación de un cuádruple asesinato. En el piso sexto, tercera, fueron hallados los cuerpos de los niños reseñados, muertos por estragulación, y un tercer niño apuñalado. Este último presentaba cuatro puñaladas en la espalda y un gran puñal permanecía clavado en su cuerpo. También fue hallado en el mismo piso el cuerpo del hombre, presunto autor de los asesinatos y de su propio suicidio. Este último por asfixia, al abrir las espitas de gas natural, el cual, como es sabido, es tóxico. La explosión debió ser fortuita y provocada por una chispa del frigorífico.
Informaciones recogidas de los vecinos llevaron al juez de guardia a ordenar, muy poco después de la explosión, a que fuera forzada la puerta de un apartamento sito en el entresuelo del mismo inmueble en el que vivía la madre de los tres niños asesinados, quien, según las fuentes, mantenía una relación sentimental con el hombre hallado muerto.
En el entresuelo fue encontrado el cuerpo sin vida de la madre de los tres niños. Aparecía con evidentes señales de estrangulación. Se apreciaba en el lugar un fuerte olor de cadáver en descomposición y una total rigidez del cuerpo de la enfermera. Fuentes policiales indicaron la posibilidad de que incluso llevara varios días muerta.
La hipótesis en manos del juez apunta hacia una crisis psíquica en el hombre, un asesinato, en primer lugar, de la mujer, seguido del de los niños y un posterior suicidio, causa de la involuntaria explosión.
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