Estados Unidos-China, o el realismo político
«Si el tratado chino-japonés de no agresión ha sido uno de los acontecimientos más importantes y trascendentes de la posguerra en el campo militar -alguien lo ha equiparado al de Potsdam-, el establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre Washington y Pekín es, probablemente, el acontecimiento político del año que se cierra.Con el reconocimiento formal norteamericano del régimen comunista de Pekín se cierra un largo proceso de deshielo, cuyos primeros pasosfueron iniciados en 1971, en vida del creador de la nueva China, Mao Tse-tung, y cuyas etapas más significativas fueron la diplomacia del ping-pong, la presencia de Nixon en la muralla china, el comunicado de Shangai y el ingreso de China en las Naciones Unidas. ( ... )
La acción chino- norteamericana era esperada en un plazo más o menos breve, pero su anuncio no ha dejado de sorprender, con todo lo que tiene de espectacular y de acontecimiento histórico para el futuro de las relaciones internacionales, incompletas por esa ausencia china subsanada. ( ... )
Creemos que es una realidad que la URSS debe encajar y acostumbrarse a ella, en favor de un equilibrio internacional inexistente en una parte fundamental del planeta, a causa concretamente de las rivalidades y disensiones ideológicas y fronterizas entre la Unión Soviética y China. Es de esperar que la amistad chino-norteamericana, hace tiempo iniciada y ahora reconocida, sirva a la colaboración global no sólo entre los dos países, sino a la más amplia entre todas las naciones que conforman la realidad mundial de grandes y pequeños, realidad a la que Estados Unidos y China han sacrificado ideas propias, en beneficio de futuras y más amplias perspectivas para toda la comunidad internacional.»
17 diciembre
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