Cómo difundir libros
Le ruego publique estas líneas sobre la campaña de difusión del libro que está llevando a cabo el Ministerio de Cultura. Como usted sabe, ha repartido recientemente como promoción 2.000 lotes de libros entre sociedades, entidades y clubs, y va a seguir haciéndolo con muchos lotes en lo sucesivo.Sin embargo, para nada se ha hablado del criterio con el que se ha hecho la selección y las condiciones de distribución y concesión con que se ha realizado. Esta decisión ministerial revela tan buena voluntad como un error desconcertante. Repartir lotes de libros sin contar con el bibliotecario que oriente su utilización viene a ser como repartir fármacos a los que los pidan. Significa ignorar que entre los libros, al igual que entré los productos farmacéuticos, los hay beneficiosos y venenosos, contrarios y favorables a la «salud». Está universalmente aceptado que los libros son buenos o malos según quien los lee. Por ejemplo, las novelas rosas toman tontas a las jóvenes románticas; los cuentos de hadas pueden desorbitar la imaginación de ciertos niños.
El libro, pues, requiere la presencia en la sociedad del bibliotecario, del educador, del experto en definitiva, con la formación profesional adecuada para el desempeño de su delicada y tutorial intervención. En un país que carece de bibliotecas públicas, como el nuestro, no se pueden regalar lotes para unos elegidos mientras falten bibliotecas públicas.
Formemos bibiotecarios, creemos bibliotecas, enseñemos desde las escuelas a utilizar la biblioteca y habremos variado el nivel de bienestar y riqueza de España, y compréndase que repartiendo libros estilo tómbola y sin saber a quién van orientados es como si se distribuyen fármacos a granel.
De la Asociación Española de Amigos de las Bibliotecas (Aseabi)
