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La "supermanía" recorre Estados Unidos

La moda superman, o la supermanía, amenaza con dejar pequeña aquella batmanía que recorrió Estados Unidos en los años sesenta, basada en otro personaje de los comics, Batman, el hombre-murciélago. Los grandes almacenes de Norteamérica tienen ya, antes de estrenarse la película, secciones dedicadas a la supermanía, donde se venden los productos más increíbles con la imagen del hombre de acero y la « S » que lleva en el pecho. Cuadernos, posters, discos, carnisetas, calzoncillos, capas, bolígrafos y un innumerable etcétera se amontona ya en los estantes esperando a los futuros compradores.Dirigida por Richard Donner, un realizador de 48 años que ha trabajado principalmente en la televisión -en la serie Kojak, por ejemplo- y que obtuvo un notable éxito comercial con su película The omen, la nueva superproducción está basada en el clásico personaje de los comics que crearan hace cuarenta años Jerry Siegel y Jose Shuster. Por cierto, que durante bastantes años los tebeos de Superman, cosas de la censura franquista, estuvieron prohibidos en España.

Los productores de Superman, Ilya Salkind y Pierre Spengler, lo tuvieron muy claro desde un principio: el éxito de la película estará en proporción directa de la verosimilitud con que se refleje en el celuloide la característica principal del héroe: la de volar. «Es un pájaro, no; es un avión, no; es Superman. » Comentaban los habitantes de Metrópolis al ver volar a su héroe en los viejos comics.

Y vuela. Vuela con la verosimilitud necesaria, o eso nos pareció a quienes asistimos a la premiere para la prensa celebrada en Washington. Asistido por la moderna técnica de trucajes cinematográficos, el protagonista de la película planea sobre los tejados de Manhattan con relativa naturalidad, e incluso se permite dar un paseo aéreo a su enamorada, la periodista Luisa Lane, con evoluciones concéntricas sobre la estatua de la Libertad.

Nombres famosos

Pero aparte de las habilidades acrobático-aéreas de Superman, el gancho que arrastre a los espectadores a la taquilla contiene también nombres famosos. Marlon Brando, por ejemplo, que cobró 3.700.000 dólares (cerca de 263 millones de pesetas) por una interpretación de unos diez minutos de duración en pantalla. Brando es en el filme Jor-El, el padre de Superman que, ante la inminente destrucción del planeta Krypton, envía a su bebé a la Tierra, donde la diferencia de gravedad le dotará de sus poderes superhumanos.

Figuran también en el reparto Gene Hackinan, que encarna al malvado Luthor, y Glenn Ford, que interpreta a Papa Kent, el padre adoptivo de Superman en la Tierra, o más concretamente, en el medio-oeste'de Estados Unidos. Otros actores que se dejan ver con mayor o menor constancia en la película son María Schell, Terence Stamp, Trevor Howard, Susannali York y Valerie Perrine.

El protagonista, en su doble versión del tímido periodista del Daily Planet, Clark Kent, y del poderosoSuperman es un actor desconocido, Christopher Reeve. La elección de este actor se debió, aparte de sus características fisicas como la imprescindible mandíbula cuadrada, a la creencia de los productores de que un actor conocido volando sobre Metrópolis (Nueva York en la película) provocarla el escepticismo del respetable. Del mismo modo se eligió a Margot Kiddre, una actriz igualmente desconocida, para encamar a Luisa Lane, la periodista enamorarada del hombre de acero que no hace ni caso a Clark Kent, su compañero de trabajo periodístico, que, con una rápida visita a una cabina telefónica, se convierte en Superman.

Aparte de unas secuencias iniciales en Kripton, con escenografía simbolista, la película recrea las aventuras de Superman tantas veces narradas en los comics. Presas que se rompen, trenes que van a descarrilar, ladrones que huyen, terremotos que comienzan a estremecer la Tierra... Todo son buen pretexto para que Superman utilice sus poderes al servicio del bien. Nofalta tampoco la kryptonita, utilizada por el villano Luthor, ni el «rescate en el último segundo», tan caro a Hollywood y una especialidad de Superman, como es sabido.

Con un guión escrito inicialmente por Mario Puzo, el autor de El padrino, y completado luego por Robert Benton, David y Leslie Newman y Tom Mankiewicz, Superman tiene abundantes rasgos de humor y cierta ironía sobre el propio personaje. Por ejemplo, cuando se pregunta el superhéroe por qué ha elegido Estados Unidos como su patria adoptiva, responde: «Porque quiero defender la justicia, la libertad y el american way of life.»

La supermanía que se nos avecina -el filme se estrenará en Europa a principios del próximo año- facilitará el éxito de Superman II, que ya está filmada en más de un 50%. Probablemente se realizará una versión especial, para mayores, en la que Superman cede a los encantos de Luisa Lane y le muestra el lado humano de su personalidad. Pero eso será en el verano de1979, y para entonces se sabrá si Superman ha sido o no el negocio que sus creadores esperan.

La adaptación al cine de las aventuras de Superman parecía un proyecto teórico. Superman había contado sus historias en la radio, en televisión, en un musical de Broadway e incluso algunos dibujos animados en los años cuarenta, debidos a Max Fleischer. El cine, definido en un alarde poético como «fábrica de sueños», nunca se había atrevido a trasladar a la pantalla las velocísimas carreras de Clark Kent. Curiosamente, si se había atrevido con otros héroes míticos del comic, desde el ya legendario Tarzán, al más reciente y descafeinado Spiderman, el hombre-araña que en España no encontró el eco del periodista-superhombre. En honor a la verdad hay que decir que el comic siempre tuvo más recursos que el cine para los alardes fantásticos, aquellos en los que la imaginación suplía sobradamente las estrecheces de unas leyes de la gravedad, no por científicas alicortas para las proezas.

El éxito de Clark Kent en la España de los años cincuenta habría que situarlo en unas coordenadas económicas, sociales y políticas. El final de la autarquía, la visita de Eisenhower y la sospecha de que algo había cambiado permitió a la industria catalana del comic lanzar al héroe más popular en Estados Unidos, en donde había sido clamorosamente aceptado en una situación social de depresión económica. Cualquier sociólogo al uso interrelaciona las frases económicas conflictivas con la aceptación popular de superhombres. El caso de la Alemania prenazi es ejemplar. Superman, con un estilo «típicamente americano», supo ocupar en las mentes de los ciudadanos deprimidos el lugar de unos sueños irrealizables y, al parecer, necesarios para la superación de las dificultades. Lo contrario significaría el triunfo de la razón, y eso es otra historia.

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