Mujeres en Usera
Nos dirigimos a esta sección de su periódico pidiendo disculpas por el tiempo y espacio que le rogamos nos conceda, aun no siendo el caso a exponer marco de su estricta competencia. Utilizaremos, pues, si así se nos consiente, el mínimo papel necesario para poner el grito en el cielo y en la tierra: justo allí donde pululan las altas esferas.La indignación puede llevamos muy lejos en el preciso instante de experimentar el agravio. Ya cautos... impera la impotencia; la hartura de soportar brutales ataques a mujeres llevados a cabo por un muchacho, aparentemente veinteañero, que llega a sus víctimas bien por sorpresa o bien preguntando amablemente la hora. Hartos de que semejantes ataques sucedan diariamente (subrayamos el diariamente en honor a la tan cruel como verdadera realidad) en el barrio de Usera desde las largas tardes de verano hasta las largas noches del incipiente invierno. Tan cierto, que cualquier mujer sabe que ayer le tocó a su vecina y que .hoy puede tocarle a ella, que del verdadero pánico, de la pura obsesión, puede pasar, en un vulgar abrir y cerrar de ojos, a ser la propia víctima.
Tal vez nuestra pretensión sea ingenua al creer que la denuncia pública puede tener, al menos, más posibilidades de sensibilizar ese poder hacer de las altas esferas, que deben saber tan bien como nosotros que estas cosas dan pasado, pasan y seguirán pasando, pero también deben saber que el alumbrado de este barrio es pobre, y puede serlo más si, como viene ocurriendo año tras año, las restricciones navideñas afectan tan sólo a los barrios extremos para lucir sin recato las destellantes estrellas de Arenal y Mayor (esto sólo por poner un ejemplo).
Nuestra ingenuidad no llega a creer que la delincuencia sea un problema de alumbrado exclusivamente, aunque prefiera manifestarse en la oscuridad, porque violadores, desesperados, desamparados, mentes enfermas, otros marginados, delincuentes en general, tanto a la luz del día como a la tenue luz de una farola hacen sus estragos, no muy distintos de los que la misma sociedad hizo con ellos al ser capaz de engendrarlos. Esto tendría una explicación social no fácil de desentrañar. Pero es sólo una parte del cantar. La otra que nos trae hoy aquí, difícilmente desligable de la anterior, la que cantamos ahora, es la parte individual: la de aquella cualquier mujer que necesariamente no puede llegar a casa antes de las diez (y les recordamos a ustedes que este es un barrio fundamentalmente obrero), que por el hecho de ser mujer está expuesta a los mismos agravios que el varón más uno: el de la violación.
Y señor alcalde, señor ministro del bienestar social.... en fin, señores de las altas esferas, nos consta que ustedes no viven en el barrio de Usera, pero saben igual que nosotros que el que la tierra gire es, a estas alturas, algo incuestionable y por mucho que nos empeñemos aquí existirá día y noche, y de que la noche sea menos oscura, queremos decir menos temible, en estos momentos, sólo depende de ustedes.
y ocho firmas más
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