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"Marxismo y cristianismo están condenados a encontrarse"

El teólogo asturiano Juan Luis Ruiz de la Peña, profesor de Escatología del seminario de Oviedo y de la Universidad Pontificia de Salamanca, propone en su último libro -a punto de ponerse a la venta, Muerte y marxismo humanista (Ediciones Sígueme)- un frente común, por parte de todos aquellos que creen en el hombre, contra las tendencias inhumanas, deshumanizadas, antihumanistas, presentes hoy tanto en la praxis como en la teoría segregada por ciertos recintos académicos y «científicos»., En este frente -agrega el profesor Ruiz de la Peña- el marxismo humanista, el único con presente y seguramente con futuro filosófico, y el cristianismo, están condenados a encontrarse.El teólogo asegura que quienes se muestran escépticos ante la metamorfosis de un marxismo ortodoxo en un marxismo de rostro humano (sean escépticos puros, sean escépticos interesados) encontrarán en su libro testimonios suficientes, en cantidad y en calidad, para persuadirse (si están dispuestos a ello) de la poca ecuanimidad de su sospecha.

El profesor Ruiz de la Peña hace hincapié en que, excluido Althusser, los teóricos marxistas, homologados hoy universalmente como filósofos, sostienen que el marxismo es un humanismo, esto es, una interpretación de la realidad en lo que atañe al hombre en concreto. El objeto de su libro es la indagación de este aserto. Para ello utiliza como piedra de toque el problema de la muerte. «Cuando el logos sobre el hombre explora exhaustivamente el territorio consignado a su inquisición, acaba por toparse, quiéralo o no, con el problema de la muerte, que conlleva, a su vez, otras cuestiones colindantes no menos cruciales: el sentido de la vida; el significado de la historia; los imperativos de la justicia, libertad, dignidad; la diálectica presente-futuro y su variante la dialéctica individuo-sociedad. Allí donde se reconoce al individuo el estatuto de la singularidad, el valor de lo único e irrepetible, allí se ha instaurado un discurso humanista. Pero entonces el problema de la muerte se revela insoslayable. »

Ruiz de la Peña invoca en su conversación con EL PAIS el cortés reproche del Sartre de los años cincuenta dirigido a Garaudy, entonces en plena euforia estalinista: «Nosotros nos preocupamos del hombre concreto. Mucho me temo que ustedes lo hayan olvidado un poco.» «El marxismo clásico -añade el autor del libro de referencia- ignoró deliberada y sistemáticamente el carácter aporético de la muerte, por lo demás en plena coherencia con sus postulados, pero el marxismo humanista, no menos coherente, recuperando el antropocentrismo, ha recuperado eo ipso la índole dilemática de la finitud de lo humano y se ha planteado con honestidad y rigor poco comunes la cuestión de la muerte. Sus respuestas a las preguntas sobre la muerte ofrecen extraordinario interés a la teología.»

El libro se ocupa de los autores marxistas en los que esta temática ocupa un lugar destacado: Bloch, Garaudy, los teóricos checos, Mchovec y Gardavsky, los polacos Schaff y Kolokowsky y del célebre antropólogo francés Morin.

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