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Reportaje:

Los militares de la República buscan sus nombramientos en la Hemeroteca Municipal

La Hemeroteca Municipal es uno de los organismos más afectados por la continua investigación de los que fueron militares, guardias de asalto, carabineros o policías, hasta el punto que hace dos meses y ante las protestas de los investigadores y lectores de siempre se tuvo que habilitar una sala para que los ancianos pudieran buscar sus nombramientos en los más de 11.000 folios que componen los 37 volúmenes existentes. «Hablaban, se saludaban cuando se encontraban, después de muchos años de no verse, y claro, no dejaban trabajar a nadie. Ahora es diferente, aunque el trabajo no ha decrecido, sobre todo a primeras horas de la mañana y de la tarde, que es cuando casi se pelean por los volúmenes», manifestó uno de los funcionarios de la Hemeroteca.Los buscadores comienzan a llegar normalmente sobre las ocho y media de la mañana, antes de que abra el local municipal, situado en la plaza de la Villa, 3. «La mayoría no tiene comprobantes de la fecha de ascenso y se tiran aquí muchos días mirando, todos los volúmenes. Ayer un señor que venía hace seis meses logró hallar por fin su ascenso; el hombre, durante ese tiempo, llegaba, nos daba un caramelo y se metía a estudiar.» El caso del hombre del caramelo es posiblemente extremo, pero lo normal es que los ancianos que acuden a la Hemeroteca lo hagan durante quince días seguidos antes de poder hacer la ansiada fotocopia del Diario o la Gaceta.

Mateo Cruz Santos, de 68 años, de la quinta del 31, informa a EL PAIS: «No, yo ya he encontrado mi ascenso de sargento de artillería; pero no ha sido fácil. Me tuve que leer todo el año 38 antes de que hallara mi nombre. La verdad, no sé para que he mirado tanto, porque en cierto sentido estamos engañados o nos engañamos los unos a los otros con la esperanza de que nos den unos derechos. Pero no siendo profesionales creo que no tenemos derecho a nada; de todas formas iré a Comisiones o algún abogado de un partido para que vea lo que se puede hacer.»

La opinión del señor Cruz parece ser conipartida por la mayor parte de los que acuden a la Hemeroteca. «Muchos no saben lo que quieren y cuando encuentran su ascenso nos preguntan a nosotros qué es lo que tienen que hacer. De todas formas ahora ya se dicen, unos a otros qué abogados llevan estos temas, o en qué despacho laboralista pueden rellenar las instancias. Quitando algunas excepciones, los que vienen han perdido su miedo; al principio llegaba un señor, se acercaba como si te fuera a decir un secreto y murmuraba: «Oiga verá, es que yo soy teniente de artillería del Ejército republicano», informaron los trabajadores del centro.

Fraternidad Democrática de Militares del Ejército de la República, sito en una pequeña oficina de la calle Mayor, es uno de los cinco lugares en Madrid donde se puede obtener información sobre la situación de militares profesionales. «Hay un total desconocimiento del tema. El decreto regulador sólo habla de personas que tuvieran consolidado su empleo o que hubieran ingresado en las academias militares antes del 18 de julio de 1936. Entonces todas las personas que intervinieron voluntariamente en la guerra y que ascendieron incluso a comandantes no parecen estar, aunque se les debiera reconocer unos derechos dentro de los beneficiarios», manifestó el secretario de la Fraternidad, Fermín Martínez.

Un trámite demasiado lento

El trámite administrativo es otro de los grandes problemas con los que se encuentran los militares profesionales. «Los primeros expedientes que se llevaron a la Secretaría General para Asuntos de Personal y Acción del Ministerio de Defensa han sufrido la, misma suerte que los miles realizado después. No han resuelto hasta la fecha ni uno y además no sabemos si algunos militares que entraron en el Ejército entre los años 1930 y 1936 se les va a considerar con el empleo consolidado.»Según informaron varios miembros del Partido Socialista Obrero Español, sector histórico, partido que hace meses fotocopió los veinticuatro volúmenes de la Gaceta de la República, la solución para evitar estos obstáculos burocráticos, en lo que se refiere a guardias de asalto, carabineros y policías, sería que «el Gobierno ordenara a aquellos organismos, corno puede ser la Dirección General de la Guardia Civil, que pusiera a disposición de todas estas personas sus archivos, que, es de suponer, estén completos.»

Entre tanto, unas ochenta personas acuden a diario a los centros de archivo, piden tal o cual volumen y cuando sobre las dos de la tarde les dicen que es la hora de cierre sacan un papel y apuntan, corno todos los días, el diario en que se quedan. Antonio González Ruiz, perteneciente a la quinta del 29, sargento de carabineros al final de la guerra, lleva realizando esta operación desde hace veintitrés días.

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