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Los "nueve" analizarán en diciembre su nuevo sistema monetario

El proyecto para la creación de un «sistema monetario europeo», el nombramiento de un «comité de notables» para analizar el impacto de la ampliación y un balance de la situación económica, en sus aspectos interno (crisis sectoriales) y externo (negociaciones del GATT, relación con Japón), serán los principales capítulos que verán, el 4 y 5 de diciembre en Bruselas, los jefes de Estado o de Gobierno de la CEE, en su habitual encuentro trianual.Por el momento, los esfuerzos de todos los responsables políticos y económicos europeos están centrados en conseguir una definición del futuro «sistema monetario europeo», piedra angular para una mejor cohesión monetaria entre los países del Mercado Común. Proyecto nacido de la cumbre europea del 6 y 7 de julio, en Bremen, el SME encuentra un apoyo completo de sus dos inspiradores: el presidente francés, Valery Giscard d'Estaing, y el canciller alemán, Helmut Schmidt. Los demás países del «club» comunitario son más reservados, con grados que van desde la participación condicional, por parte de Irlanda, hasta la negativa de Gran Bretaña, pasando por las dudas de Italia apoyadas por Holanda y Luxemburgo.

Los encuentros al más alto nivel en las capitales europeas se multiplican estos días. Un desfile de primeros ministros y ministros de Finanzas se realiza entre Gobiernos para allanar diferencias y sacar adelante un SME, al que podrían adherir, posteriormente, otros países no-comunitarios (como Suiza) o el grupo de países nórdicos que anunció en Copenhague su propia intención de montar también un mejor sistema de cooperación monetaria.

Por razones de política interna, por temores de complicaciones suplementarias para sus débiles economías, italianos y británicos son los más «fríos» frente al eje Bonn-París del SME. Roma pone tres condiciones para formar parte del SME. Primero: flexibilidad en los mecanismos del SME, con posibilidad para Italia de contar con un margen de flotación monetaria más alto que el resto (el 4,5%, en vez del 2,25%) a fin de evitar el riesgo de una posterior salida de la lira del SME. Segundo: mayor solidaridad económica entre los países de la CEE (interprétese créditos suplementarios para la economía italiana). Tercero: que el SME es aceptado y aplicado por el conjunto de los nueve Estados que forman la CEE. Condición, esta última, difícil de realizar, salvo cambio radical por parte de la oposición británica al proyecto del SME.

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