Fuentes de agua de nafa

Pudo haberse hecho y no se hizo. ¡Lástima, porque ahora ya es tarde para enmendar el fallo de la memoria, la laguna del entendimiento y el involuntario bache de la buena voluntad! En la Constitución debió haberse previsto el próvido y gratuito funcionamiento de una fuente de agua de nafa en cada pueblo e incluso en cada aldea. Los españoles hemos salido algo nerviosos -y no por culpa nuestra- del fláccido experimento imperial al que se nos sometió a toque de corneta, y pienso que no debe regatearse esfuerzo alguno para devolver las aguas de la conciencia a sus debidos y adecuados cauces políticos y carriles de convivencia. Recuérdese que Dios ciega y hace errar el norte a quienes quiere perder.Hace ya algún tiempo me permití recomendar el trueque del hábito de la copa de vino español por el más saludable -a mi juicio- de la paella de distovagal. Ahora me atrevería a sugerir el agua de nafa para bajar la paella y propiciar su digestión.

(Explico, para los pobres títeres que mamaron donde pudieron su ya irreversible ignorancia del castellano, que nafa, como murcianismo, y sólo en la locución agua de nafa, vale tanto como azahar.)